Política

Quítate la máscara

Futbol de sol y sombra es el título de libro de Eduardo Galeano que cualquier fanático del balompié debiera leer. Galeano, de hecho, es el filósofo que el Juego del Hombre tiene y que es respetado en América Latina.

Galeano visitó la zona zapatista, donde conoció al maestro José Luis Solís. No se sabe si por ese encuentro o, desde antes, Solís decidió que su nombre clave sería Galeano.

El maestro murió en una confrontación en el caótico Chiapas. Murió días antes de que otro personaje, más famoso mediáticamente, muriera en ofrenda.

Cuando el Subcomandante Insurgente Marcos anunció el sábado 24 de abril, su retiro, sepultaba no a su movimiento, pero sí a la liga más estrecha con la realidad mediática.

Marcos -nombre clave que muchos atribuyen a un acróstico de las seis comunidades donde surgió el Ejército Zapatista de Liberación Nacional- acertó en su despedida: fue un fenómeno mediático que se limó desde el primer día de aparición ante las cámaras. Inteligente, supo bajar su rango a Subcomandante para evitar la idea que las comunidades indígenas eran dirigidas por un externo. En un México xenófobo y lleno de suspicacias, que un blanco estuviera al frente de un batallón indígena descalificaría la lucha desde el inicio. Por ello, el guerrillero prefirió enfatizar siempre la idea de Sup, aunque su estatura fuera otra ante los medios.

Y fue en ellos donde se engrandeció. Tanto en el seguimiento que La Jornada o Proceso dieron del conflicto, como en las notas que Televisa y Azteca daban a sus encuentros con el Poder Federal. Lograba rozar la frivolidad de las serenatas o de las entrevistas televisivas sin que eso demeritara su imán a la cámara.

Las cosas cambiaron un poco cuando Zedillo decidió que el mejor camino para acabar con el zapatismo era -en el más puro estilo de la lucha libre o, mejor aún, de los cómics- quitarle la máscara.

Perseguido y sin el halo del anonimato, Marcos apareció poco en el zedillato. Los paramilitares y los borbotones de dinero taparon el clamor que su lucha había despertado en los medios. Regresó de la mano de Scherer y, tiempo después, a una deslucida entrevista con Loret.

Ahora, con mayor pobreza, bosques talados y el acoso sutil del gobierno, Marcos decide transformarse. No sólo de nombre, sino de misión.

Habrá que ver el camino que siguen el personaje y el EZLN. En una de esas, el reflector sobre su subcomandante funcionaba como muro de contención ante la ira de comunidades olvidadas desde antes que se creara este país.

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Gonzalo Oliveros
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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