Cada mañana de los últimos 112 días, el gobernador de Nueva York salía a dar un parte doloroso: hospitalizados, muertos, positividad.
Del 20 de marzo a mediados de abril, Andrew Cuomo tenía la triste encomienda de hablar de muertos, respiradores, necesidades financieras y pronósticos. Cuomo repetía como manda la necesidad de hacer pruebas, rastrear casos y localizar contagios.
Parecía entonces que el efecto crucero que tuvo el estado y, sobretodo, la ciudad de Nueva York no tendría fin y la epidemia estaba sin control.
Para el 16 de mayo, los primeros sitios en reabrir estaban listos. Si bien Manhattan continuaba en paro, la estrategia funcionó: pararon los contagios y comenzaron a revisar caminos de reactivación.
Hoy será el último update del gobernador. Los números de hospitalizados están en niveles de 20 en marzo y las muertes se encuentran por debajo de los 25. Asimismo, la positividad del estado está por debajo del 3 por ciento.
Eso sí, diario se realizan alrededor de 60 mil pruebas en el estado.
¿Se puede controlar la epidemia? Pareciera que sí. La pregunta sería por qué México no quiere seguir ese camino y, al contrario, da tumbos en el camino.
Apenas el miércoles, Hugo López-Gatell afirmaba que la Ciudad de México había sobrepasado la predicción y se encontraba aún en un momento de alto contagio. No dio guía, solución o aliento: eso se lo dejó a la jefa de gobierno.
Sin salida, con la gente en urgencia económica ya en la calle ante una fallida estrategia financiera para ellos y sus patrones, el gobierno no dará marcha atrás a la reapertura y a los hospitales saturados, y las cifras de López-Gatell son ya irrelevantes. Irrelevantes en el momento que mayor interés debería de mostrar la sociedad y la autoridad. Irrelevantes ante la falta de mapa y los esfuerzos mínimos de localizar, rastrear y probar.
Tres mil pruebas diarias es una bicoca para la inmensidad metropolitana. De hecho, son una bicoca para un estado como Jalisco.
Jalisco está en el fin del principio. Los hospitales privados están ya saturados y los hospitales reconversos comienzan a entrar en acción. No es una etapa fácil para la sociedad, menos cuando ante la emergencia financiera comerciantes disfracen sus cantinas de restaurantes y la ciudadanía decida qué un trago vale arriesgar la vida de todos los que están a su alrededor.
Ojalá que la realidad nos hagan a todos entender el momento y la necesidad social de liderazgo. Liderazgo que debe tomar el ciudadano de a pie.
Una nota personal: hace un año, despedía en este espacio a la estación de radio que cree hace ya 14 años. A retrospectiva, fue una gran pérdida, pero nada comparada con los miles de vidas y de la seguridad de poder transitar por las calles y sonreír a quien estaba a tu lado.
Hago votos por, algún día, regresar a ese momento. Esa es mi deseo ferviente. Vernos de nuevo en avenida Chapultepec.
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