Política

Clear and present danger

“Este noviembre podemos recuperar el sueño americano para todos, y Donald Trump es quien va a hacerlo”, afirma Hulk Hogan -sí el luchador icónico y popular en de los Estados Unidos- en el último día de la Convención Nacional Republicana. Sus palabras y actitud energizan a la población norteamericana. No solo a los que están en el centro de convenciones en Milwaukee sino aquellos que atestiguan el evento a través de los canales de televisión.

Hogan es uno de las decenas de oradores en los cuatro días de la convención. Se esperaba que fuera exitosa y sirviera para el ungimiento de Trump como el candidato conservador. Salió mejor de lo que se esperaba.

Mal empieza la semana para quien casi es asesinado en sábado. Pero en el caso de Donald Trump, una mezcla de suerte con estrategia impulsó su candidatura a niveles que ni él se esperaba. Casi cuatro años de acusaciones penales y civiles y señalamientos hacia sus políticas racistas y violatorias a los derechos humanos se borraron en un instante el sábado pasado.

El atentado en su contra se ha encontrado en todo el proceso de nominación de esta semana, pero tampoco ha sido el tema central de la misma que, pese al cambio de tono, prevalece: terminar con las políticas demócratas de una vez por todas.

No, no quiere decir ello que el gobierno de Joseph Biden haya sido fallido de principio a fin. Al contrario, el presidente número 46 de la Unión Americana sorteó una etapa convulsa de la pandemia, de la recuperación económica y de la creación de empleos en una etapa donde la reconversión tecnológica cambió el panorama laboral global.

Pero la crisis en la frontera, el tráfico de fentanilo, una mala política de comunicación y el aumento del famoso wokismo, puso la mesa para el retorno de la política más radical del ala conservadora republicana.

Cierto, la convención ha intentado borrar esas ideas de la opinión pública y humanizar a Trump No solo con el atentado fallido y la idea de unir a los Estados Unidos, sino mostrándolo como un ser compasivo, extraordinario padre y abuelo, considerado con sus empleados y transformado en la manera de abordar los problemas.

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Trump y aliados saben que los demócratas cometieron un error garrafal al permitir que Biden se postulara de nuevo con el riesgo que su salud se deteriorara de veloz forma en el periodo de campaña. Durante años, Washington supo de los dislates y cansancio del presidente, pero los funcionarios de la Casa Blanca taparon o disminuyeron sus problemas de salud.

Los taparon hasta que estallaron en el debate de hace tres semanas.

Hoy, Biden es un pasivo en lugar de ser la fuerza que aglutine a todos los grupos del partido del burro. El diagnóstico de Covid a mitad de la semana precipitó el enojo general de los líderes demócratas que hoy rechazan y repudian una candidatura que días antes festejaban.

La crisis demócrata y el festejo republicano han hecho que los temas fundamentales se pierdan. Hace ocho años, no se hizo mucho caso a la idea que Trump pondría ministros conservadores en la Suprema Corte que eliminaría el veredicto Roe V. Wade. Hoy, el derecho a decidir en los Estados Unidos se encuentra décadas en retroceso.

La convención dejó claro que un nuevo gobierno de Trump iría en contra de los indocumentados, de los traficantes de fentanilo y sus habilitadores, tendría una versión nueva del nativismo y el proteccionismo, repudiaría partes clave del T-MEC, limitaría a China y aliados -visibles u ocultos- y sería un riesgo para la comunidad LGBTTTQ+ y de mujeres.

El riesgo, obviamente, no solo es para la población norteamericana. México ha sido mencionado en varias ocasiones en la convención republicana, nunca de forma positiva.

El sentimiento de que los mexicanos son criminales y violadores ha aumentado, ahora también son habilitadores de China y del fentanilo, son omisos ante la migración de venezolanos, haitianos y nicaragüenses y, además, tramposos en la implementación del tratado comercial.

López Obrador ha intentado a través de su mañanera de acercarse a él con mensajes de solidaridad y amistad, pero Trump no tiene amigos sino intereses. Ante ello, él y sus aliados -comenzando por el seleccionado para que sea su compañero de fórmula, JD Vance- usarán la carta contra México como les convenga y donde les convenga.

El peligro es real y está presente al día de hoy, y no hay nada que pueda hacerse del todo.

El daño ya está hecho.


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Gonzalo Oliveros
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