Repantigado en el mullido sillón del amplísimo estudio, Gil leía el texto de Julio Scherer Ibarra publicado en su revista Proceso en cuya portada aparece Scherer flanqueado por Alejandro Gertz Manero y Olga Sánchez Cordero. El título: “Es hora de hablar”. Gil se dijo a sí mismo: esto se va a poner bueno. Y se puso.
Scherer ha escrito un texto en el cual acusa al fiscal de la República y a la ex secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, de ataques, fullerías y trampas legaloides a las que definió como método “extorsivo” (gran palabra: perteneciente o relativo a la extorsión). Y que se inunda la casa. Si el que pega primero pega dos veces, Scherer Ibarra ha golpeado doble.
Scherer recuerda que desde el inicio del gobierno de Liópez Obrador se dieron diferencias con la secretaria de Gobernación:
“Como es de dominio público, la responsabilidad en los asuntos de seguridad descansó en el entonces secretario de Seguridad Alfonso Durazo y la secretaría a cargo de Olga Sánchez Cordero se vio acotada en sus áreas de competencia respecto a la “supersecretaría” que operó en tiempos de Enrique Peña Nieto”. Por cierto, Alfonso Durazo hizo algo muy importante con los asuntos de seguridad: los empeoró.
Así las casas (muletilla patrocinada por Baker Hughes, Bartlett y Gertz Manero), Scherer cuenta que “la interlocución con la fiscalía y el Poder Judicial recayó esencialmente en mi persona, en calidad de consejero jurídico de la Presidencia”. Scherer Ibarra asegura que la ministra trató de infamarlo “al insinuar que hice de la cercanía y el servicio al gobierno un muy redituable e ilegítimo modo de vida”. Se refiere a sus actividades profesionales con diferentes despachos de abogados como el de Rivera Gaxiola, Kalloi, Fernández, Del Castillo, Quevedo, Lagos y Machuca, así como el bufete Araujo, González, Peimbert, Robledo y Carrancá Abogados.
Disfrazado de Sherlock Holmes, Gilga encontró una huella dactilar reveladora, Gamés se refiere a esa línea en la cual Scherer dice que cuando el Presidente se enteró de esta trama le dijo: “son chismes”. Pues vaya chismes, de los grandes, de esos que revelan en su intriga realidades muy serias.
Gertz Manero
Así pasa en las familias, de pronto, por quítame estas pajas, todos acaban a empujones y bofetadas. Aquí las pajas son vigas, eso que ni qué. Respecto a la relación de Scherer con el fiscal, el abogado trajo a la discusión que es del dominio público que Alejandro Gertz Manero contó con su apoyo para ocupar la Fiscalía, pero “a finales del último septiembre un reportaje de Proceso despertó en el fiscal una ira que hasta entonces desconocía y la descargó contra mi persona. Publicado con el título ‘La casa secreta de Gertz Manero’, bajo la firma de la reportera Neldy San Martín, me atribuyó haber facilitado información para la elaboración del texto”. Scherer cuenta que el fiscal le dijo: “Usted podía haber elegido entre un fiscal amigo o un fiscal enemigo”. Scherer hace entonces un disparo de precisión: “Hace uso de la Fiscalía como si fuera su despacho privado y tiene a Juan Ramos López, su subprocurador, como abogado de cabecera para privilegiar el avance de sus asuntos personales por encima de las cuestiones emblemáticas del gobierno, como el combate a la corrupción y la persecución a la delincuencia organizada, donde no alcanzan a verse los resultados concretos que le fueron encomendados”. Scherer señala que el modo en el que operan ambos personajes también lo replicaron con Juan Collado, Inés Gómez Mont y su esposo, Víctor Álvarez Puga y el caso de la cooperativa Cruz Azul.
El futuro del pasado
Gamés medita: todo parece derrumbarse. Dicho esto sin afán conservador. El crecimiento del 4 y el 5 por ciento se fue para siempre ante nuestros ojos incrédulos; la violencia que vendría a menos, aumenta, las masacres no cesan, los asesinatos de periodistas nadie los impide; el Ejército no solo no volvió a los cuarteles, sino que se ha hecho cargo de innumerables obras públicas; la pandemia del covid ha sido una catástrofe nacional; y el combate a la corrupción, último reducto del gobierno se ha convertido en un estandarte en jirones. Malas cuentas. Malísimas.
Todo es muy raro, caracho, como diría Albert Camus: “Para la prensa, como para el hombre, la libertad sólo ofrece una posibilidad de ser mejor; el servilismo no es más que la certidumbre de ser peor”.
gil.games@milenio.com