Martes 23. 7:10 am. Gil considera que el asunto con doña Leona Vicario se ha convertido en una maldición. Precisamente el año con cuyo nombre hemos calificado a nuestra vida pública, la desgracia nos arrasa con el suplicio de pandemias, crisis económica, rayos y centellas de la ira de Dios, brotes de sarampión y varicela y, por si algo faltara, un temblor de los grandes, de magnitud 7.5. ¿No es un poco demasiado?
En la noche, a la hora puntual de las 4:30 de la madrugada, hora en que el espíritu de doña Leona perturba la mente de Gamés, Gil imaginó que había sonado el fin de los tiempos: el Día del Juicio Final en que se decidirá el destino de todos y cada uno para toda la eternidad.
Gilga sabe que muchos confesarán ante el Señor: Sí, yo voté por Liópez Obrador y merezco un castigo, pero sea usted benévolo, Grandísimo, no me ponga a leer Los rituales del caos de Monsiváis hasta el fin de los tiempos, ni la eternidad hará comprensible ese libro.
Otros se presentarán al Juicio Final a entregar sus casas con la vana idea de ser perdonados. Señor: aquí están mis 26 casas, dirá Bartlett, se las doy para usted y sus sobrinos, ¿tiene Dios sobrinos?
Se dice que en el altar del fin de los tiempos, Ackermann entregará uno de sus dos doctorados: Señor Dios, este doctorado me costó mucho trabajo, lo ofrezco con vergüenza y devoción. Acá entre nosotros ¿a cambio de mi doctorado podría dejarme en el foro del Canal Once, hasta la eternidad? Pídaselo a Lima Limón, él es buena onda. Por cierto: me manda decir Eréndira que si pueden hablar a solas, en privado, que lo espera en Palacio. ¿Se podrá?
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11:27 am.
Fuentes provenientes del bendito maíz le han informado a Gil que se avecina una plaga de langosta que acabará con el grano ancestral. La ventaja de esta nueva desgracia será que Jesusa Rodríguez caerá en cama víctima de un patatús muy serio.
Una nota de Pedro Domínguez de su periódico MILENIO informa que tras el sismo de magnitud 7.5 que sacudió varios estados, incluida la Ciudad de México, el presidente Andrés Manuel López Obrador informó que no se reportaron daños por el temblor con epicentro en Crucecita, Oaxaca.
El Presidente pendiente (ente-ente): “Estoy hablando con David León, de Protección Civil, me está reportando que es un sismo fuerte, de 7.5 de magnitud; el epicentro en Oaxaca, 23 kilómetros al sur de Crucecita, Oaxaca, por Huatulco”, explicó el mandatario en un video en Twitter. “Todo el mundo afuera para estar a salvo ante cualquier réplica, vamos a estar informando y mantener la calma”.
En el video, López Obrador se resguardó en el patio central de Palacio Nacional, una de las zonas de seguridad en caso de un sismo. En la grabación, el Presidente aparece flanqueado por los secretarios de Seguridad, Alfonso Durazo; Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval, y Marina, Rafael Ojeda. “Afortunadamente no tenemos daños, de todas maneras vamos a seguir llamando a que se actúe con precaución por réplicas y que nos cuidemos todos, sin angustiarnos, sin desesperación”. Gil no se desespera, está convertido en un cadete.
“No hubieron daños graves, son derrumbes, se rompieron cristales, algunas marquesinas, bardas, pero nada grave; las estaciones estratégicas no sufrieron daños. Puertos, aeropuertos, refinerías e hidroeléctricas, todo está en buen estado”. El Presidente agregó que hasta las 12 horas había habido 147 réplicas y recomendó estar pendientes por si es necesario. Pobre Jesusa Rodríguez, no levanta cabeza por la plaga de la langosta que mañana desayunará maíz. Gil está pendiente, apenas se oye la alarma sísmica y sale como alma que lleva el diablo. Todos atentos.
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2:30 pm.
La hora sagrada. El subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, precisó que la capacidad hospitalaria para atender a los enfermos graves sigue teniendo buen margen, al señalar que a nivel nacional queda 56 por ciento de disponibilidad. Ah, perfecto, vamos muy bien. Felicidades, doctor, la pandemia, bajo control.
Todo es muy raro caracho. Como diría André Maurois: “Si no quieres ser desgraciado trata a las catástrofes como a molestias, pero de ninguna manera a las molestias como a catástrofes”.
Gil s’en va
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