A dos meses del triunfo de Claudia Sheinbaum, los partidos políticos de oposición están a la deriva, sin rumbo.
"No entienden que no entienden", fue la frase del diario estadounidense The Economist en 2015 para referirse a la incapacidad del presidente Enrique Peña Nieto de comprender el hartazgo de la sociedad mexicana debido a los actos de corrupción durante su sexenio.
Esta frase puede aplicarse perfectamente a la situación actual de la oposición. Ni el PRI, PAN ni MC han realizado una introspección sobre los malos resultados de la pasada campaña electoral.
Es solo cuestión de tiempo para que el PRI desaparezca; al menos, eso parece. Sus dirigentes están obcecados, culpando a los políticos de la vieja guardia priísta por la debacle del tricolor.
Manlio Fabio Beltrones, Dulce María Sauri y Francisco Labastida, priistas de viejo cuño, han recibido una serie de vituperios por parte de la dirigencia nacional encabezada por Alejandro Moreno Cárdenas, quien pretende expulsarlos del partido y eliminar cualquier vestigio de crítica opositora.
El horno no está para bollos. Justo cuando más se necesita la unidad interna dentro del otrora partidazo, cuando más se requiere incorporar las voces y expresiones de todos los priistas, Alejandro Moreno Cárdenas se empecina en destruir al PRI.
La dirigencia nacional priista no entiende que no entiende, no escucha, no ve la realidad política del país.
Su electorado se trasladó a MORENA, quedándose sin mercado electoral.
Un escenario posible para que el PRI no desaparezca y siga vigente es fungir como partido satélite de MORENA, al estilo del Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM) en la época dorada del PRI en el siglo pasado.
El PAN tampoco entiende que no entiende. Marko Cortés, dirigente nacional panista, conocido como "Markito", dice que su alianza electoral con el PRI era necesaria para enfrentar el poderío de MORENA.
Sin embargo, algunos destacados panistas han calificado esta alianza con el tricolor como un "error histórico".
A diferencia del PRI, el PAN sigue teniendo un mercado electoral cautivo, con mucha presencia en los estados del Bajío y el norte del país.
Sin embargo, si el grupo político de Cortés continúa en la dirigencia nacional, la debacle del PAN es casi segura. Marko Cortés no admite críticas de sus correligionarios, y su gestión al frente del partido es desastrosa.
Al igual que Alejandro Moreno Cárdenas, no tiene cómo defenderse.
Existe un panismo vivo, un panismo que puede salir adelante, pero dependerá de que sus dirigentes y militantes sean abiertos a la crítica.
Movimiento Ciudadano, aunque obtuvo más votos que en la elección de hace seis años, perdió municipios importantes en Jalisco (Tonalá, Tlaquepaque y El Salto).
En Nuevo León, perdió la capital y el congreso del Estado. Además, existe una fractura evidente entre MC Jalisco y MC nacional; la relación entre Enrique Alfaro, gobernador de Jalisco, y Dante Delgado, dirigente nacional de MC, está fracturada.
En el congreso federal tendrán menos diputados y senadores que en la legislatura pasada.
El partido naranja no puede adoptar la política de cerrazón del PRI y el PAN. Alfaro es un activo importante del partido.
Para que MC logre ser un partido de alcance nacional, necesita sumar a todos los cuadros importantes; de lo contrario, al igual que los otros partidos opositores, podría enfrentar una crisis interna que los llevaría a la irrelevancia política.