¿Por qué se ventilan problemas matrimoniales y de custodia de los hijos en redes sociales? Una práctica frecuentemente condenada por los graves daños morales y emocionales que sufren los menores, encierra múltiples aristas que necesitamos comprender para evitar juicios y linchamientos mediáticos.
A veces una persona que se siente sola, vulnerada o poco comprendida, recurre a convertir en públicos sus problemas personales, otras ocasiones se hace por denunciar un probable atropello.
Y en muchos casos, se hace eso porque un padre o una madre ha llegado al extremo de la desesperación por la extrema lentitud e indiferencia del sistema de justicia, y se han ido meses o años sin ver a sus hijos y pisoteado sus derechos (de los padres y de los niños).
Y sí, también se usan las redes en otros casos, con fines de manipulación mediática sabiendo que se están publicando mentiras…lamentablemente.
Otro de los graves problemas además del daño a los chicos, es la rabia social y la irresponsabilidad de tanta gente que juzga y opina sin el mínimo fundamento y que piensa que todo lo que se publica en redes sociales es auténtico o es una farsa.
En la vida real, es extremadamente difícil, muy poco frecuente, que en una pareja solo uno de los miembros sea el que cometa errores, el que tenga problemas de personalidad, el que actúe con equivocaciones, mientras que el otro solo brinde amor y paciencia y consideración absoluta.
Los extremos, las polaridades absolutas, son más típicos de las películas de drama o ficción. En la realidad, la vida en pareja es una combinación de responsabilidades y omisiones, de atropellos y de permisividad, o tolerancia excesiva.
Por supuesto que existen los abusos, pero la responsabilidad final entre dos adultos es de un 50% para cada uno; tanto quien exhibe una conducta violenta y manipuladora, como para quien la consiente, permite y fomenta.
En conclusión, ojalá seamos una sociedad que juzgue menos, con mayor inteligencia emocional, con menos ingenuidad para dejar de dar por sentado todo lo que vemos como si fuésemos testigos de cada suceso. Y sobre todo, que dejemos de meternos en lo que no nos importa ni nos consta.