¿Te ha pasado que intentas expresarte o darle una explicación a alguien, pero esa persona no te deja terminar y se pone a la defensiva sin haber entendido lo que tratabas de decirle? Es frustrante ¿verdad?
¿O te ha pasado que seas tú al que le cuesta escuchar por completo y tengas la costumbre de reaccionar de manera anticipada?
Saber escuchar se ha convertido en uno de los dones más preciados en esta época.
Es más que solo poner atención: implica estar abiertos desde una posición empática, para no juzgar a la persona que nos habla y ser capaces de entender su contexto y lo que está viviendo.
No se trata de justificar las cosas con las que no estamos de acuerdo, o que nos afectan, pero es importante permitir al otro que se exprese.
Asegurarnos de que la persona realmente sienta que fue escuchada y que su mensaje fue entendido, tal cual deseaba transmitirlo.
No se trata de quedarme con mi propia interpretación sino de preguntar, las veces que sean necesarias, cuál es la idea que intenta comunicarnos.
Escuchar a la persona hasta el final, sin interrumpirla, es una de las muestras más importantes de respeto y civilidad, el mejor modo de dar empatía y comprensión.
En redes sociales todo el mundo despotrica y juzga y opina sin conocer a fondo los casos.
Hay una enorme carencia de posturas receptivas, y de corazones dispuestos verdaderamente a escuchar. Hablamos mucho, oímos poco.
Y lo que genera mayor conexión con las personas no es lo que podemos decirles, sino el nivel de apertura y profundidad que llegamos a ofrecerles cuando se desahogan con nosotros.
Cuando escuchamos, podemos lograr convivir sin estar de acuerdo. No se necesita pensar todos de la misma manera para lograr una convivencia civilizada y armónica.
Si aprendemos a celebrar y entender nuestras diferencias, seremos capaces de enfocarnos más en las coincidencias.
Es increíble, pero con el correr del tiempo, la gente que más se queda en nuestro corazón no es aquella que hablaba mucho intentando convencernos de algo, sino las personas que se destacaron justamente por escucharnos con enorme atención.
Cuando escuchamos, estamos dejando una huella imborrable en la vida de las personas.
