Cultura

Venus / Quetzalcóatl: el destierro (1)

  • 30-30
  • Venus / Quetzalcóatl: el destierro (1)
  • Fernando Fabio Sánchez

¿Dónde se encontraba Quetzalcóatl cuando los tres nigrománticos destruían Tula?

A los desastres de la semana pasada se sumó la enfermedad del maíz. Nadie podía comerlo. Y aquella vieja —quizá la misma de las banderitas de la muerte— apareció en Xochitla para tostar maíz.

Como todos estaban hambrientos, llegaban en manadas, atraídos por el olor. 

Pero la mujer, en vez de darles alimento, los mataba, consumando la gran burla de los enemigos.

Quetzalcóatl estuvo allí todo el tiempo, pero nada podía hacer para salvar su reino.

Recordemos que La Serpiente Emplumada recibe en su palacio al primer brujo: Titlacaoan, el Señor de las Voluntades.

Este ser no es más que una manifestación de Tezcatlipoca, el dios de la noche y el cielo nocturno; de la hechicería, el destino y los conflictos; del cambio, la tentación, la destrucción del orden.

Su nombre significa Espejo Humeante.

Esta potencia divina engaña a Quetzalcóatl y lo hace beber pulque, torciendo su voluntad.

Pero el gran señor Quetzal no solo toma el vino blanco y se despeña en la nostalgia y la melancolía. 

También sucede algo más: un acto que marcará su caída.

Según la versión del mismo pasaje en Anales de Cuautitlán, perteneciente al Códice Chimalpopoca, Quetzalcóatl, ya ebrio y alegre, ordenó:

—Traigan a mi hermana mayor, Quetzalpétlatl, para que nos embriaguemos juntos.

Quetzalpétlatl, la Estera Preciosa del Quetzal, encarnaba su divinidad femenina: su otra mitad, el asiento sagrado del poder.

Así, los pajes fueron a Nonohualcatépec (Cerro del Discurso o Lugar del Doble), donde ella hacía penitencia, y le dijeron:

—Señora, Quetzalpétlatl, ayunadora, hemos venido a llevarte. Te aguarda el sacerdote Quetzalcóatl. Te ha mandado llamar.

Ella aceptó. En el palacio, se sentó a su lado. Luego le dieron cuatro raciones de pulque; y después, una quinta.

Los demonios de la tentación, para inducir una atmósfera mágica más profunda, cantaron.

Y dice esa narración que pasaron la noche juntos, íntimamente.

Al despertar, los hermanos exclamaron, sumidos en terror:

—¡Pero si nosotros somos ermitaños, personas sagradas y cuidamos el equilibrio del mundo!

Una terrible oscuridad había caído sobre ellos. Desde ese momento, ya no bajaron a la acequia, ya no fueron a ponerse espinas, ya nada hicieron al llegar el alba.

Ante la claridad del cielo, se descubrieron tristes, con el corazón quebrado.

Quetzalcóatl lamentó: “¡Ay, desdichado de mí!”. Había manchado el poder, su naturaleza misma, la hermana de la luz.

Aquel acto indecible había detonado simbólicamente la caída de Tula, del mismo modo en que Edipo, al matar a su padre y casarse con su madre, provocó la peste en Tebas.

Entonces, ¿dónde estaba Quetzalcóatl cuando los enemigos convertían a los toltecas en roca y los sacrificaban en el nuevo altar caído del cielo?

Se encontraba en todo, porque la ciudad era él. Su decadencia interior —su falla moral— era el caos mismo que destruía a Tula.

Por eso, nada podía hacer para salvar a los toltecas, pues el orden primigenio estaba roto, y como cualquier otro imperio —antiguo o moderno— contempló su caída desbocada, ya sin alma, ya sin centro.

Su única opción era el destierro, como la única posibilidad para purificar la historia.

Así, Quetzalcóatl acordó irse de Tula. Y en el umbral, vio alzarse las llamas sobre las casas de plata y conchas que había construido, disgregó sus riquezas en las sierras y los barrancos de los ríos, y convirtió los árboles de cacao en retorcidos y espinosos mezquites.

Y Quetzalcóatl avanzó entre los árboles sin fruto, llevando consigo la imagen que le había revelado El Espejo Humeante.


fernandofsanchez@gmail.com

Google news logo
Síguenos en
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.