Este libro es la historia de un amor, de una pasión, de una forma de vivir cada instante. Para la mayoría de nosotros, las palabras, las imágenes y las acciones de esta historia están fuera de nuestros límites, en sí, de nuestro deseo, melancolía y nostalgia.
Están más allá de nuestra ley y de la ley social. Pero no para Humbert Humbert, enamorado de una menor, el protagonista de Lolita (1955) de Vladimir Nabokov. Invito al lector a leer esta novela simultáneamente conmigo.
Vladimir Nabokov nació en 1899, el año de Borges (como diría mi amigo Gilberto Prado Galán), en San Petersburgo, Rusia.
Llega en 1940 a los Estados Unidos como refugiado de la Segunda Guerra Mundial.
La familia Nabokov, aristócrata y muy al pendiente de la educación de sus hijos (trilingües desde pequeños), había salido de su país natal hacia 1919. Vladimir Nabokov se convertiría en uno de los escritores más celebrados de habla inglesa en el siglo XX.
La novela Lolita es la confesión de un tal Humbert Humbert, un hombre de mediana edad que escribe en prisión. Su nombre es dúplice porque uno de éstos pertenece al adulto que tiene, en apariencia, una vida como la de los demás.
El otro pertenece al adolescente que se enamoró de Annabel, la niña de su misma edad que muere y que le deja, para siempre, una herida abierta de amor.
Los dos dialogan a lo largo de los años, y podríamos decir que el Humbert pequeño es quien controla el diseño vital del Humbert mayor. El hombre adulto no puede sentir deseo por personas de su edad. Es el Humbert púber quien ve por medio de los ojos del hombre añoso y desea ferviente y amorosamente a las niñas suspendidas en el limbo de un cuerpo preadolescente.
Un día de verano el adulto Humbert conoce a una niña llamada Dolores. De pronto, cree reconocer en ella a la niña de sus entrañas. Como si fuera un regalo del universo, una segunda oportunidad, se entrega a la pasión de ese amor secreto.
El libro intriga, como podemos imaginar, por el tema, que raya en el escándalo; y, también, por la narración en primera persona, la tensión, el lenguaje intelectual y lírico, la psique del personaje, y la puesta en escena del mismo de un sólido sentido de vital propósito. Leamos, entonces, juntos esta novela increíble.
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