Cultura

La gratitud y los dioses: Meditaciones (17)

  • 30-30
  • La gratitud y los dioses: Meditaciones (17)
  • Fernando Fabio Sánchez

La vida puede presentarnos elementos negativos y elementos positivos. Dentro de la filosofía estoica, no obstante, existe la elección de contemplar este orden de ambas fuerzas como la mejor realidad posible.

Ese es, precisamente, el instante presente de las cosas. Desde esta perspectiva, nuestra vida, tal como es, corresponde a la obra de los dioses.

La gratitud es una forma constante en “Meditaciones”. Al final del libro uno, Marco Aurelio enlista sus deudas de vida a

Los Dioses

[Agradezco] que tuve abuelos buenos, una buena madre y un buen padre, una buena hermana, buenos maestros, buenos sirvientes, familia extendida, casi sin excepción.

Que nunca perdí el control de mí mismo con ellos, no obstante, algunas me sentía así y pude muy fácilmente hacerlo.

Pero gracias a los dioses, nunca estuve en tal posición, de manera que pasé la prueba.

Que no pasé más tiempo bajo el cuidado de la novia de mi abuelo.

Que no perdí mi virginidad demasiado temprano y que no entré en la adultez hasta que fue el tiempo correcto para mí; inclusive pude aplazarla.

Que conté con alguien, tanto como gobernante como padre, que me mantuvo alejado de la arrogancia. 

Que hizo darme que, inclusive en mi puesto de mando, es posible estar si un cuerpo de guardaespaldas, y sin ropas encantadoras, lámparas y esculturas (todo el lujo).

Que uno puede comportarse como cualquier persona sin parecer ordinario o descuidado como gobernante, o cuando se desempeñan obligaciones oficiales.

Que tuve a mi hermano. Un hermano con un tipo de carácter que me desafió a mejorar el mío. Un hermano cuyo amor y afecto enriqueció mi vida.

Que mis hijos nacieron sanos.

Que no fui más talentoso en la retórica o en la poesía u otra área. Si hubiera sentido que era bueno en ello quizá nunca había dejado de estudiarlas.

Que he dado a la gente que me crio el honor que ellos esperaban sin postergarlo (ya que eran todavía jóvenes) con la esperanza de que lo hiciera más tarde.

Que conocí a Apolonio, a Rústico y a Máximo.

Que me mostraron claramente y con frecuencia la manera de vivir según la naturaleza. 

Los dioses hicieron su trabajo por medio de los dones conferidos, la ayuda y la inspiración; así se aseguraron de que yo viviría como la naturaleza lo demanda.

Y si hubiera fracasado, no sería más que mi culpa. Pues no puse atención a lo que me dijeron, a lo que me habían enseñado, practicante, paso a paso.

Que mi cuerpo permanece, considerando la vida que he llevado.

Que nunca puse un dedo en Benedicta o en Theodotus. Y que inclusive más tarde, cuando dejé atrás la pasión, que me recuperé de ella.

Que nunca hice nada en contra de Rústico que hubiera lamentado después, pese a que estaba molesto con él.

Que, a pesar de que mi madre murió joven, pasé los últimos años con ella.

Que nunca sentí, cuando alguien me pidió ayuda o estaba en necesidad, que no contaba con medios para hacerlo.

Que nunca me puse en la posición de pedir dinero prestado.

Que tengo la esposa que tengo: obediente, amorosa, humilde.

Que mis hijos tienen maestros competentes.

Que, cuando me interesó la filosofía, no caí en manos de charlatanes, que no me consumí escribiendo tratados, o me quedé absorto por el análisis de la lógica o preocupado por la física.

[Agradezco] Todas las cosas para las que “precisamos la bendición de la fortuna y de los dioses”.

*Traducción personal de “Meditations”: Marco Aurelio (Modern Library; trad. Gregory Hays).


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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