Cultura

Ixchel, la diosa de la claridad lunar

  • 30-30
  • Ixchel, la diosa de la claridad lunar
  • Fernando Fabio Sánchez

De la batalla y el sacrificio mexica de la semana pasada, ahora contemplamos la luz sobre las olas: la mitología lunar de la tradición maya.

Cuenta Fray Bartolomé de las Casas en su “Historia Apologética Sumaria” que, según una creencia del altiplano guatemalteco, en el origen no había ni cielo ni tierra, ni sol, ni luna, ni estrellas.

Existió una pareja divina, cuya genealogía anterior se perdió. Ella se llamaba Xchel y él, Xtcamna.

Juntos engendraron trece hijos. Los mayores, siendo soberbios, fabricaron vasos viles de servicio, como jarros y ollas, como los hombres de barro del Popol Vuh.

En cambio, Huncheven y Hunaham —los menores— pidieron permiso, con sagrada humildad, para iniciar la creación del universo.

Así crearon los cielos, los planetas y los cuatro elementos: el fuego, el aire, el agua y la tierra.

Después dieron forma al hombre y a la mujer.

Entonces sus hermanos mayores, quienes habían actuado en contra de la voluntad paterna, fueron arrojados al infierno.

En este relato conocemos a la pareja primordial. Sus nombres aparecen en las crónicas coloniales con diferente ortografía.

Él es Itzamná, el dios creador supremo, padre de los dioses y señor del cielo; inventor de la escritura y patrono de los Chilam Balam, textos proféticos mayas de la época colonial.

Su nombre significa ‘Casa del Lagarto Sagrado’ o ‘Señor de la Sabiduría Chamánica’.

Porque en la cosmología maya asociada con esta deidad, el universo surge de un cocodrilo original, gemelo de la tierra y el agua.

Por otro lado, su esposa está vinculada a la luz, un elemento etéreo.

Es la diosa Ixchel en su forma más arcaica: la Guardiana del pulso vital, fuente de legitimidad creadora.

Su nombre significa ‘mujer, señora’ (ix) y ‘arcoíris’, ‘colorido’, ‘resplandor’, ‘luz quebrada’ (chel), que se traduciría como ‘la Señora del Resplandor’, ‘la que irradia luz de colores’, ‘la madre de la luminosidad’.

En las costas de Yucatán, Ixchel fue conocida como la diosa de la Luna, una deidad comparable, en su ámbito celeste, a Coyolxauhqui, de la tradición mexica.

Aquí debemos tomar en cuenta algunas coincidencias y diferencias entre las dos mitologías.

Como leímos en las entregas anteriores, las deidades lunares mexicas poseían una cualidad que simbolizaba el carácter cíclico de la Luna: Nahuitécpatl (Tecuciztécatl) es ataviado con andrajos por los demonios que lo reciben en la noche; Coyolxauhqui es desmembrada al caer por la colina después de su derrota con el Sol.

En la tradición maya, en cambio, encontramos que el ciclo lunar está asociado con el tiempo que se vive: la edad.

La Luna —al atravesar por sus diferentes fases— nace para luego envejecer.

El Sol y la Luna representan así dos órdenes complementarios. El primero, que corresponde a Itzamná, rige los astros.

El segundo, que pertenece a Ixchel, tiene influencia sobre el discurrir biológico.

Ixchel, la Luna, ‘La de tez blanca’ se eleva como la protectora de las parteras, la tejedora de la vida con hilo blanco, la guía de los nacimientos y la maestra de las mareas.

Es también diosa de la medicina y la fertilidad.

Su energía es más cercana a Selene, aunque no nace: es madre.

Y lo más sorprendente: este mito no solo sintetiza la visión simbólica de la tradición maya yucateca, sino la comprensión astronómica de los observadores nocturnos de la península.

Eso veremos en la siguiente entrega: la luz del cielo maya convertida en códice. 

Mientras tanto, la Luna —no fragmentada ni caída— nacerá este próximo viernes, 28 de noviembre.


fernandofsanchez@gmail.com

Google news logo
Síguenos en
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.