Negocios

La Belleza de hacerse las preguntas (ESG) correctas

¿Cuándo fue la última vez que te cuestionaste a ti mismo? En el ámbito empresarial es básico hacerlo constantemente. Al emprender, uno se pregunta qué necesidad existe en el mercado que no esté satisfecha. ¿Quién ofrece un producto o servicio similar al mío? ¿Cuánto cuesta arrancar mi proyecto? Si ya estás embarcado en una empresa surgen cuestionamientos como de qué forma puedo incrementar mi participación de mercado. ¿Cómo puedo mejorar mis costos y procesos? ¿Qué debo hacer para maximizar mi rentabilidad?

Pero cuando existen retos ambientales y sociales, las preguntas que todo CEO debe hacerse son otras.

El reto ambiental nos obliga a preguntarnos ¿qué podemos hacer como empresa para regenerar el medio ambiente que hemos degradado, al punto de poner en riesgo nuestra propia supervivencia como especie? El social nos obliga a cuestionarnos ¿qué responsabilidad tengo de coadyuvar para que las necesidades básicas de las personas (alimento, salud, vivienda, seguridad y acceso a la educación) estén al alcance de todos?

Estos grandes desafíos, sin lugar a duda, deben ser resueltos conjuntamente por el sector público, el mercado (los consumidores) y el sector privado. Para el primero es una obligación, para el segundo es una necesidad y para el tercero es una oportunidad.

Enfoquémonos en el tercero. Históricamente las empresas han sido un gran impulsor de desarrollo global como proveedor de productos y servicios que el mercado demanda. Asimismo, con incentivos del sector público ha sido un gran desarrollador de infraestructura que habilita el mejoramiento de la calidad de vida de las personas, además de ser un gran generador de fuentes de empleo. Sin embargo, algunas malas prácticas incentivadas por lograr la rentabilidad de la inversión a toda costa han contribuido a profundizar los retos y a complicar su resolución.

Ante esto, todo empresario moderno se debería estar preguntando: ¿cómo contribuye mi empresa a mejorar el medio ambiente y el tejido social en los territorios donde opero? Cada empresa tendrá una respuesta diferente, pero todas pueden empezar haciéndose las preguntas correctas sobre cinco ejes:

Medio ambiente: ¿Cuál es la huella de carbono que emite mi empresa? ¿Monitoreo mi consumo de energéticos? ¿Mis productos regeneran los recursos naturales que utilizamos? ¿Utilizo energía renovable? ¿Qué estoy reciclando? ¿Qué hago con mis desechos? ¿Cuánta agua consumo?

Comunidad: ¿Cómo contribuye mi empresa a generar valor a las comunidades en las que participamos? ¿Qué tan diversa es mi fuerza laboral? ¿Qué tan inclusivas son mis instalaciones para trabajadores con discapacidad? ¿Mis proveedores llevan programas de certificación? ¿Cuántos puestos incorporamos año con año? ¿Cuál es la relación entre la remuneración más alta y la más baja en mi fuerza laboral?

Trabajadores: ¿Tenemos prácticas y políticas de remuneración? ¿Porcentaje de trabajadores por encima del salario mínimo? ¿Tenemos planes de jubilación? ¿Porcentaje de trabajadores con participación societaria? ¿Damos servicios de salud adicionales a los de ley? ¿Tenemos prácticas y políticas de desarrollo profesional? ¿Tenemos políticas de no discriminación?

Gobernanza: ¿Efectuamos auditorías financieras? ¿Tenemos políticas y prácticas éticas? ¿Estamos al día con las obligaciones fiscales y sociales? ¿Aplicamos prácticas de transparencia?

Clientes: ¿Tenemos mecanismos para escuchar a nuestros clientes? ¿La empresa cuida la privacidad de los clientes? ¿Ofrecemos garantías a nuestro producto o servicio? ¿La empresa tiene control y visibilidad sobre los insumos y su procedencia?

Una forma clara y efectiva de obtener todas las respuestas a estas preguntas es midiéndose. Hoy existen diferentes herramientas en la web que ayudan con ello y muchas de ellas son gratuitas.

Además, coadyuvar como empresa en los retos ambientales y sociales tiene enormes beneficios: genera menor rotación y mayor atracción de talento, incentiva la innovación gracias a la transparencia y mejora de comunicación, da acceso a nuevos mercados, y permite obtener mejores tasas de financiamiento y ser más atractivo para inversionistas institucionales (hoy prácticamente ya es un requisito).

La belleza de hacerse las preguntas correctas sobre medio ambiente, sociedad y gobernanza (ESG, por su sigla en inglés) es que esas preguntas generan más preguntas y, como dice el dicho, “preguntando se llega a Roma”, entonces hagamos que “Roma” se convierta en una economía sustentable que considere y beneficie a todos sus actores: planeta, personas, academia, gobierno y empresas. A todos.

Felipe Fernández Presidente del Consejo de Sistema B México

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