El discurso preferido del estado es el que tiene que ver con el combate a la pobreza: a los políticos se les llena la boca con frases de elogio y autocomplacencia, por lo mucho que se hace ¡y se gasta! en combatir este flagelo que llamamos “pobreza” y que existe desde siempre, pero que nunca erradicamos. No lo hacemos porque tal parece que no lo queremos erradicar, por ineptos, o lo que es peor, por interés. Tener pobres alrededor es muy rentable políticamente, pues la gran mayoría carecen de educación y sin protección contra el que le lleva una dádiva a la hora de pedirle su voto. ¿Cómo romper ese círculo de la pobreza?
Si el problema de fondo es que no tenemos proyecto de país para construir una patria libre de miseria, tendríamos que dejar de ir a la deriva pues sexenios van y sexenios vienen y vemos lo mismo: mediocre desarrollo, algo de empleo pero mal remunerado, sin estado de derecho pero con inseguridad, sin dejar de mencionar la pésima calidad de nuestro sistema educativo.
La clave para desbaratar este “nudo gordiano” es tener voluntad política para cambiar: no para simular que cambiamos para que todo siga igual, como es el caso del “combate” a la pobreza en donde todo sigue igual.
Ese proyecto de largo plazo tendría que cancelar el paradigma actual que privilegia solo la repartición de la riqueza, para comenzar a promover el paradigma de crear riqueza, que no es lo mismo. En uno se “reparte” la cobija a tiros y tirones, dándoles a unos más que a otros según su fuerza o influencia política y en el otro el estado se dedica a crear las condiciones para que los ciudadanos, repito, los ciudadanos, hagan lo que tengan que hacer para hacer prosperar sus negocios, sean grandes o pequeños y para desarrollar plenamente su potencial. Con eso basta y sobra.
Dejemos de combatir a los pobres dándoles dádivas asistencialistas que solo sirven para hacerlo dependiente del que las recibe; dejemos de gastar en tonterías y obras sin razón de ser, dejemos de gastar en partidos políticos y elefantes blancos burocráticos que se comen el esfuerzo del pueblo en un bocado. Dejemos de combatirlos. Por eso se van a los Estados Unidos.
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