A tres años del atentado (15 de diciembre del 22), Ciro Gómez Leyva cerró la cobertura periodística de su caso, que sigue en tinieblas.
La siniestra efeméride antecedió un día la sentencia de 14 años de prisión para Armando Escárcega, El Patrón, acusado de ser “autor intelectual” del ataque.
Ciro echó cerrojo desconociendo aún quién y por qué lo quiso matar. Volverá sobre el tema solo si surgen nuevos personajes o alguna información sustantiva.
Todo pinta que nunca lo sabrá, pero duda que el atentado haya sido ordenado por el Cártel Jalisco Nueva Generación.
Yo también.
Ninguna organización de tal envergadura —la más poderosa del país–– necesita improvisar sicarios, reclutar aprendices, entrenarlos y montar una operación mal planeada y peor ejecutada.
A bandas como esa le sobran recursos humanos y matones prestos a cumplir instrucciones sin preguntar, como consta todos los días en amplias regiones de México.
El grupo de los 13 sentenciados parece más una pandilla de principiantes que un equipo letal debidamente capacitado.
Según El Patrón, el móvil del atentado fue que Ciro dizque “habló mal” de la familia del cabecilla del CJNG apodado El Mencho, pero el periodista jamás se ha metido con la familia ni con los hijos de ese ni cualquier otro señor o señora.
¿Qué organización criminal necesita pretextos endebles para matar?
El crimen organizado asesina sin explicaciones, a plena luz del día, en cualquier lugar y a cualquier hora cuando quiere matar a una persona.
Por el arma empleada, el momento elegido, el sitio y la forma del atentado, es increíble que se trate de una “orden” de la banda.
Lo que resulta inquietante es el pestilente caldo de cultivo cocinado por López Obrador desde Palacio, con su discurso sistemático de odio hacia la prensa.
Descalificó, estigmatizó y señaló a periodistas incómodos, como a Ciro, presentándolos como títeres de “la oligarquía” y “adversarios del pueblo”.
En su paranoia, llegó a decir que el atentado fue para dañarlo a él y a su gobierno.
¿Y si algún o algunos comedidos obradoristas decidieron “ayudar” a su santón?
No sería la primera vez que peligrosos lamesuelas llevan la devoción política hasta el crimen.
Ciro no tiene pruebas directas de una demencial implicación de López Obrador en el ataque, pero ha documentado el agresivo discurso del ex presidente contra el periodismo y sus oficiantes.
En su libro No me pudiste matar bien recuerda esas canalladas verbales que normalizaron la violencia simbólica contra la prensa y la volvieron atractiva para fanáticos más papistas que el papa.
López Obrador, dice Ciro, “quiso matarnos profesionalmente”.
Dedicó estas palabras al que le disparó, El Bart:
“Tú que crees en Dios, que Dios te bendiga”.
Y estas a López Obrador:
“Dios te bendiga, pero vete al diablo”.
¿La fiscal Godoy llevará las indagaciones hasta el verdadero fondo, el que hiede a poder político en el infierno?
Por vacaciones, El asalto… reaparecerá el lunes 5 de enero. Muchas felicidades.