Dicen los medios que el #FiscalCarnal está más muerto que vivo.
Pobre de él: se llama Raúl Cervantes y hasta hoy es Procurador General de la República. El mismo precedido de una gran fama de abogado docto y brillante, inteligente y experimentado, además amigo del presidente, le cae encima la pesada losa del desprestigio, tan solo porque con su dinero, según dicen, bien habido, se compró un automóvil Ferrari cuyo valor excede en varias miles de veces el salario mínimo de un mexicano. Sí, sin duda que tiene derecho a hacerlo, pero para mí resulta muy cuestionable su inteligencia y su criterio para juzgar cosas, sobre todo si no alcanza a entender que como dice la conseja popular “no hay que hacer cosas buenas que parezcan malas” o como decía el emperador César a propósito de los desvaríos de su mujer Pompeya Sila: la mujer del César no sólo debe ser honrada, sino además parecerlo.
A Don Raúl Cervantes le pasó por encima su propio Ferrari, mismo que escondió en un domicilio falso. Parece que sus días como funcionario público están contados.
Bueno, pues así las cosas, es fácil concluir que nuestros políticos deberían tener presente ambas recomendaciones, y no sólo ser honestos sino parecerlo y no sólo hacer cosas buenas, que deben esmerase en hacer, pero que no den otra impresión, pues el juicio del pueblo es muy duro, sobretodo en un país como el nuestro donde la gente está cansada de constatar que le mienten y lo engañan con mucha facilidad, por no llamarle descaro, pero también lo engañan con mucha frecuencia, y, esto, cada vez es menos tolerable. Creo que la clase política le tiene tomada la medida a la sociedad entera y abusa de que somos un pueblo pacífico y tolerante, aunque no hay garantía de que siempre será así.
Algún día esta sociedad va a amanecer con los ojos bien abiertos y los tiempos de la impunidad empezarán a caducar, y con ello se irá poco a poco la corrupción de una delincuencia organizada que está presente en todos lados, incluyendo principalmente a los gobiernos de cualquier nivel, a empresas nacionales y extranjeras y a particulares también. El canto de la sirena gubernamental ya no da para cubrir a los vivales.
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