La semana pasada hablé de la reforma de ley que impulsa el gobierno federal para combatir las malas prácticas del outsourcing y las consecuencias devastadoras que podría traer. Sin embargo, en esta ocasión analizaré la otra cara de la moneda. ¿Es el outsourcing dañino? La verdad es que la legislación actual en materia de subcontratación tiene huecos que permiten una serie de malas prácticas y afectan profundamente la economía. Se calcula que cerca de 4.6 millones de personas trabajan en el esquema de subcontratación, lo cual representa poco más del 20% del empleo del país. De esos, al menos 3 millones están en el que llamo outsourcing del malo, para no llamarlo ilegal, porque al menos hasta ahora, no lo es. Este esquema ha crecido 37% en los últimos 5 años y actualmente causa pérdidas al erario por 21 mil millones. Contrario a lo que había dicho en un principio el Presidente, la reforma no pretende eliminar por completo el outsourcing, sino generar mecanismos para regularlo y dejar la puerta abierta a la subcontratación de servicios especializados. ¿Qué no será permitido? Tener subcontratados empleados que desempeñen actividades esenciales de tu empresa; dicho de otra manera, no puedes evadir responsabilidades laborales con los trabajadores que están vinculados con la materia prima de tu actividad económica. Esto, aunque en principio parecería evidente, no es del todo claro en la práctica.
Es verdad que la subcontratación ha vuelto más rentables y competitivas a las empresas; sin embargo, el vicio de este modelo también ha generado desigualdad y atenta contra la propia competitividad. Déjenme ser más claro. El outsourcing del malo no solo afecta a los trabajadores, sino a las propias empresas. Imagínate que el día de mañana tu principal competidor dejara de pagar los impuestos correspondientes a la nómina, ¿no consideras que eso te pondría en una clara desventaja frente a él? Como puedes ver, el tema no es nada sencillo, estamos ante un dilema que requiere muchas horas de análisis. Una mala reforma podría hacer más mal que bien, sin embargo, debe hacerse, ¿qué opinas al respecto?
Federico D’Kuba es profesor del IPADE Business School
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