Esta semana dos de las redes sociales más populares, Twitter y Facebook, decidieron eliminar contenido difundido por la campaña del presidente Donald Trump al determinar que violaba las reglas de ambas organizaciones sobre la publicación de información falsa o desinformación.
La campaña para la reelección de Trump publicó un video en el que durante una entrevista el presidente sugiere que los niños son prácticamente inmunes al covid-19, algo que es claramente falso, según la Asociación Estadunidense de Pediatría, entre otras instituciones.
No es la primera vez que la campaña o la Casa Blanca promueven información falsa o mentiras. Según el conteo que lleva el Washington Post, hasta el mes pasado el presidente Donald Trump ha dicho al menos 20 mil mentiras o realizado declaraciones engañosas desde el arranque de su mandato en enero de 2017.
Esta tendencia se ha acelerado con la pandemia y la proximidad de la elección. Lo que sugiere que el presidente Trump está dispuesto a hacer o decir lo que sea para tratar de mitigar el impacto que el mal manejo de la crisis ha tenido en su imagen y en la de su administración.
Hasta hace apenas unas semanas los medios sociales, particularmente Facebook, se habían resistido a tomar acciones concretas sobre el uso o, mejor dicho, el abuso de sus plataformas para difundir propaganda y mentiras. El fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, incluso criticó públicamente a su contraparte en Twitter por utilizar la herramienta de valoración de hechos y publicaciones de la prensa para verificar un tuit en el que Trump sugería que el voto remoto en Estados Unidos equivale a un fraude electoral. Otra mentira.
Esta semana Trump amenazó a TikTok, creado en China, para que vendiera sus intereses en Estados Unidos o perdiera sus operaciones en el país. Esto ocurre meses después de firmar una orden ejecutiva diseñada para eliminar las protecciones legales para estas redes.
En suma, Trump busca controlar el libre flujo de la información y manipular el debate político a través de los medios sociales, con el fin de obtener un beneficio político. En cualquier otro país del mundo esto sería considerado un asalto al orden democrático. La pregunta es por qué seguimos pensando que Estados Unidos debe ser una excepción.
@Enrique_Acevedo