Cultura

'La gran apuesta'

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Recién vi la aclamada película La gran apuesta, de Adam McKay, protagonizada entre otros por Christian Bale, Brad Pitt, Ryan Gosling, Steve Carrell, Marisa Tomei y demás elenco de estrellas, sobre la burbuja hipotecaria que hundiera a la economía mundial en 2008. Aunque fue estrenada en 2015, no ha perdido vigencia ni en cuanto a la relevancia histórica del tema, ni en cuanto a la amenaza de crisis financiera periódica bajo la cual parecería operar el sistema planetario. La película se inscribe hasta cierto punto en un tono de denuncia/humor negro, buscando exponer lo fraudulento y perverso de los sospechosos comunes que funcionan como villanos planetarios: Wall Street y sus megacorporaciones financieras, que se enriquecieron mediante la creación de instrumentos tóxicos que culminaron en el colapso de la economía mundial, para posteriormente ser rescatadas con dinero de los contribuyentes, sin que prácticamente ninguno de los altos ejecutivos afrontara la cárcel o responsabilidad por sus actos.

Sin embargo, creo que es más interesante el arco moral que plantea la película respecto a quienes vendrían siendo los buenos: más menos, todos desempeñan un papel de Casandras que advirtieron el desastre en ciernes, sin que nadie los escuchara, y se pasan casi toda la película agonizando de rabia al darse cuenta de que el sistema financiero continuará negando el inminente colapso hasta que sea demasiado tarde. Casi todos espetan en algún momento alguna reflexión sobre la podredumbre del sistema y la corrupción de Wall Street, representada por intercambiables ejecutivos avariciosos, que no exudan el aura y el carisma de los protagonistas.

Pero hay un problema: la desesperación de los buenos ocurre porque no se produce el colapso del sistema al cual han apostado, literalmente, miles de millones de dólares. Tan sólo el personaje representado por Christian Bale, Michael Burry, quien fue el primero en darse cuenta de lo que ocurría, apuesta 1300 millones de dólares contra los fondos hipotecarios, con lo cual depende del colapso para no arruinarse él y a su fondo de inversión, y gana millones cuando finalmente ocurre. Lo mismo con el personaje de Brad Pitt y sus esfuerzos por cultivar sus propias semillas orgánicas, incluido su regaño a los jóvenes inversionistas que hacen un baile de festejo ante los millones que ganarán cuando la burbuja estalle. Es decir, que supongo que es encomiable advertir y criticar la podredumbre del sistema, pero supongo que lo es un poco menos cuando la intención es ganar millones a causa de ello, principalmente cuando el desastre que tanto esperan traerá la ruina, el desempleo y el desalojo de millones de personas.

En realidad, además de mostrarnos a los villanos habituales, La gran apuesta termina por ser un comentario sobre la inmensa industria de la hipocresía en el mundo contemporáneo, que por supuesto abarca al activismo chic de las celebridades de Hollywood y regiones aledañas. La moraleja en este caso parecería ser que no es inmoral enriquecerse de una forma perversa, siempre y cuando a uno le dé asco el sistema que lo hace posible. Más interesante sería otra película precisamente sobre dicha industria de la hipocresía, pero cuesta trabajo pensar a cargo de qué estrellas podría quedar dicho proyecto.

Eduardo Rabasa

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Eduardo Rabasa
  • Eduardo Rabasa
  • osmodiarlampio@gmail.com
  • Escritor, traductor y editor, es el director fundador de la editorial Sexto Piso, autor de la novela La suma de los ceros. Publica todos los martes su columna Intersticios.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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