Otra Navidad y otro año que se va. Para unos serán días de vacaciones con familiares y amigos; para otros, de miseria, duelo y desolación; para todos, días propicios para desear que haya paz y prosperidad en el mundo en el 2026.
Por supuesto que una de las actividades más apasionantes en estos días puede ser la lectura, porque a través de ella nos asomamos al Universo, a la vida humana con sus grandezas y depravaciones, sus virtudes y miserias; valoramos el portentoso desarrollo en ciencia y tecnología alcanzado durante miles de años. En fin, lo que ha sido, es y podrá ser la humanidad y la naturaleza.
Si queremos mejorar, resultará categórico escudriñar nuestras vidas como seres individuales y sociales. Eso nos servirá para alcanzar nuestra realización como criaturas únicas e irrepetibles, aunque incapaces de lograr la perfección.
Entre las muchas preguntas que es pertinente hacernos apunto algunas: ¿Atendemos razonablemente a las necesidades del cuerpo y el alma que nos individualizan? ¿Nos ocupamos sólo en satisfacer nuestros deseos y requerimientos personales o también ayudamos generosamente a paliar las aflicciones de familiares, amigos y de la sociedad en su conjunto? ¿Hemos sido congruentes entre lo que decimos y lo que realmente hacemos? ¿Hemos defendido siempre nuestras convicciones o las hemos traicionado por cobardía o falsa conveniencia? ¿Hemos levantado la voz ante atropellos de poderosos que agravian a la comunidad o hemos guardado silencio para evitar represalias? ¿Entendemos que el bien propio y el bien común no son regalos de nadie sino conquistas individuales y colectivas que requieren de nuestro esfuerzo permanente? ¿Entendemos que la libertad, la democracia y el progreso son valores que exigen denodado esfuerzo y que fácilmente se pierden? ¿Asumimos que la indiferencia y el miedo de unos permite y propicia el abuso de otros? ¿Entendimos, de una vez por todas, que no es honesto ni útil culpar siempre a los demás de lo que nos ofende y angustia, sin reconocer que por haraganes, cobardes o deshonestos hemos contribuido a esa realidad? ¿Estamos conscientes de que mientras sigamos desunidos México será botín de unos pocos?
Hemos fracasado cuando nos entregamos a un caudillo. Necesitamos instituciones fuertes. México exige ciudadanos de verdad, unidos en la diversidad. Desterremos la demencial actitud de sentirnos con derecho a todo sin responsabilidad de nada.
En esta Navidad hagamos votos para que el 2026 sea el año de la reconciliación nacional. Por supuesto, si los gobernantes respetan a los disidentes nosotros los respetaremos a ellos; si actúan como mandatarios y no como monarcas los honraremos; si evitan odios, enconos y mentiras tendrán auténtica grandeza; porque México será lo que hagamos y dejemos de hacer todos los mexicanos.