Cultura

El mercado de la autoayuda

En una ocasión en la preparatoria nos llevaron a una conferencia de un célebre autor de libros de superación personal, donde nos contó la siguiente anécdota: él de joven había sido aspirante a ciclista olímpico, entrenaba muy duro para cumplir su sueño, etcétera. Así que antes de la gran competición concentraron a los aspirantes a formar el equipo nacional, para realizar la selección definitiva. La noche previa a la prueba de selección, mientras jugaban luchitas en el dormitorio, un chico con quien el futuro autor peleaba la plaza aprovechó para darle con toda la mala leche del mundo un fuerte golpe con el puño cerrado en el muslo, mismo que lo paralizó del dolor y lo incapacitó para competir al día siguiente, viéndose frustrado su sueño de acudir a las Olimpiadas.

Consumido por la rabia los meses siguientes, pensó fuertemente en demandar o intentar emprender alguna acción legal contra la injusticia que había recibido. Pero, ¿sabíamos por qué no lo había hecho? Tras la pausa para el correspondiente efecto dramático, nos informó que la razón por la que se abstuvo de demandar fue que el campeón mundial de ciclismo de ese año tenía una sola pierna, y así y todo se había coronado como el mejor del mundo, por lo que entendió que no era pretexto para no haber sido seleccionado. Como en ese entonces no había Google para desmentir su historia en dos minutos, simplemente quedó ahí como testimonio de que la voluntad de superarse debe sobreponerse a cualquier infortunio u obstáculo material, sin importar de qué se trate. (Sería divertido averiguar si siquiera practicó el ciclismo o si simplemente eligió al azar una actividad deportiva para crear una fábula que ilustrara su punto).

Y lo que sí podemos intuir es que con los millones de libros que vendería a lo largo de los años, desarrollando este tipo de ideas, tuvo una carrera mucho más provechosa que la que le habría deparado el ciclismo, pues quizá aquel joven idealista no vislumbraba la enorme industria en la que se convertiría todo lo relacionado con la superación personal. Cuyo enorme ascenso, seguramente no por casualidad, ha coincidido en el tiempo con la elevación de la idea del libre mercado y sus infinitas bondades a nivel casi de culto religioso. Pues si bien la autoayuda pretende aproximarse por el lado de la espiritualidad, y la economía mediante el puro y duro cálculo diferencial, en el fondo el mensaje que transmiten es básicamente el mismo: que debemos ser sujetos en perpetua construcción y mejora, y que nuestro destino depende únicamente de la voluntad y capacidad para salir adelante, sin importar las condiciones iniciales o adversidades materiales que se enfrenten. 

Pensamiento que continúa sumamente vigente por ejemplo en empresarios multimillonarios (que han adquirido igualmente una especie de estatus de gurús de autoayuda), que expresan aún ideas del estilo de que el pobre es pobre porque quiere, que todo es cuestión de mentalizarse y ambicionar la riqueza, etcétera. Este tipo de argumentos en el fondo a lo que van orientados, como termina sucediendo con el costado más fanático de la propia autoayuda, es a justificar las desigualdades estructurales, reduciéndolas a una cuestión de voluntad y deseo personal, cuando en realidad es bastante demostrable que el destino económico tiene mucho más que ver con una cuestión de oportunidades.

Pero lo rentable es vender este tipo de anécdotas individuales que apuntalan el mito del self-made man, tan importante para justificar la muy desigual estructura de las sociedades actuales. 


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Eduardo Rabasa
  • Eduardo Rabasa
  • osmodiarlampio@gmail.com
  • Escritor, traductor y editor, es el director fundador de la editorial Sexto Piso, autor de la novela La suma de los ceros. Publica todos los martes su columna Intersticios.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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