Política

Nos unimos o nos hundimos

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Los autócratas siempre han sido: embaucadores, ineptos, ocurrentes, mentirosos y corruptos. Culpan a otros de sus propios yerros y terminan convirtiéndose en víctimas gimoteantes. Tienen perturbado el uso de la razón y en vez de servir a los gobernados se sirven del poder para sojuzgarlos.

Al constatar la distancia entre sus delirios y la realidad provocada por sus desatinos se agravan sus patologías y causan mayores daños a la población.

Beatriz Pagés acierta en Siempre!: “Acapulco se derrumbó no solo por la fuerza de los vientos, sino por el destrozo institucional provocado por un gobierno corrupto y autoritario”.

Si durante estos últimos cinco años han crecido las grandes calamidades nacionales (como la pobreza extrema, el desastre en los servicios de salud, el abandono educativo, la imparable violencia y la peligrosa deuda pública, entre otras) y el gobierno se ha dedicado a atizar odios y divisiones entre los mexicanos, vomitando injurias y difamaciones en contra de instituciones, de sus opositores y de quienes ejercen valientemente el periodismo; la desolación en Guerrero debió ser (debe ser) ocasión propicia para lanzar, por parte del gobierno, un potente llamado a la unidad nacional, convocando a todos los mexicanos para ayudarlo, con verdadero patriotismo y generosidad, en el rescate de esos hermanos nuestros.

Si hasta hoy solo ha sido presidente de una parte de la población, el tan funesto como endemoniado ciclón le dio (y le da) la oportunidad para terminar a tambor batiente su gobierno como auténtico jefe de Estado y como presidente de todos los mexicanos, sin excepción. Pero no, señoras y señores, en vez de aprovechar la información periodística sobre la tragedia, y la crítica por la poca ayuda dada hasta hoy a los damnificados, su respuesta zafia y enfermiza ha sido denostar a los comunicadores, y recordarnos hallarse en el pódium de los mejores presidentes del mundo. Así reacciona ante el desastre un descerebrado. Por eso insisto en la urgencia de tener un psiquiatra de tiempo completo en el Palacio Nacional, y colgada en el perchero una camisa de fuerza, para casos como este.

Son muy meritorios los esfuerzos de militares, marinos, guardias nacionales, la Cruz Roja, los trabajadores de la CFE, de Telmex y Telcel, de instituciones privadas, gobiernos nacionales y extranjeros, y de muchedumbres generosas, pero ello no nos impide reprochar, entre otras cosas: la actitud contemplativa del gobierno ante el saqueo de comercios y edificios (el cual fue más allá del no sancionable robo famélico) y la ínfima ayuda dada a los despojados de todo y desprotegidos, obligándolos a construir barricadas contra sus saqueadores. Podemos rectificar y entendernos, pero si ante tragedias de esta magnitud el gobierno es incapaz de unirnos, estamos perdidos. 

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Diego Fernández de Cevallos
  • Diego Fernández de Cevallos
  • Abogado y político mexicano, miembro del Partido Acción Nacional, se ha desempeñado como diputado federal, senador de la República y candidato a la Presidencia de México en 1994. / Escribe todos los lunes su columna Sin rodeos
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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