Política

¡En la madre!

EL asunto de la madre en México es un asunto serio que no se puede tomar a la ligera. Tal vez porque como diría una amiga mía experta en tanatología y psicoterapia: Los seres humanos nos construimos desde nuestras carencias.

En la historia de México hemos carecido de “madre” por muchos años y es por eso que la veneramos de una forma cuasi sagrada.

Como dicen los escritores e historiadores contemporáneos: La madre de México fue “Malinche” y su padre “Cortés”. Desde su origen y desde éste misterioso mestizaje surgimos, desde la narrativa de nuestra madre como una nación herida; primero como el México Independiente, después como el México Liberal y por último como el México Revolucionario que no hemos superado para transitar de nuevo por una transformación de cuarta que carece también de madre.

Pero: ¿Qué significa carecer de madre? En términos “freudianos”, o de los “arquetipos de la personalidad de Jung” o de la "concepción humanista de Fromm” sobre maternidad y paternidad; no nos referimos en éste artículo a los progenitores biológicos que nos dieron vida. Nos referimos más bien a la presencia y funcionalidad de la ley de madre en los sistemas holísticos y en la propia evolución de nuestro desarrollo como humanos.

No tener madre para un sistema o para una persona significa carecer de soporte emocional, contención familiar y dulzura en el trato. No tener madre es tener una escala muy básica y primitiva de valores. No tener madre es destruir nuestros principios y no saber vivir y convivir en familia y comunidad. No tener madre es carecer del sentido de lo estético y poca atención a los detalles. La madre es la administradora y primera ecónoma del hogar (Oikos). Carecer de madre es no respetar el entorno natural y tener cero sentido de solidaridad y empatía con el prójimo acaecido en desgracia. No tener madre es despreciar las leyes espirituales en nuestra vida refiriéndonos a ellas como “cosas de mujeres”. No tener madre es carecer de creatividad en la educación y en la formación de los primeros ciudadanos que se fraguan en el calor del hogar y bajo el cobijo materno.

En sentido contrario, tener madre es aceptar y recibir el don y la alegría de la vida, de la patria y del amor para gestarlo en el seno de nuestra conciencia y transmitirlo de generación en generación.

Éstas líneas me sirven para homenajear a todas las madres y a los ciudadanos de bien que han acogido en su mente y en su corazón ésta ley espiritual dada por el Creador y que hacen de su entorno algo mucho mejor.

En la teología cristiana, hasta el mismo Cristo no quiso dejar de privilegiarse con el don de una Madre. Fue la madre quien arrancó de él y fuera de tiempo el primer milagro de su vida al compadecerse de los pobres novios que carecían del vino de la vida en las bodas de Caná. El amor de la madre es la que transforma nuestra agua en vino.

No pretendo romantizar la figura materna y la familia como las efemérides del calendario suelen hacerlo.

Pretendo dilucidar algunas líneas para qué entendamos, valoremos y reflexionemos lo que significa tener madre, ser madre y las consecuencias de no tenerla.

He de confesar al lector que soy un profundo admirador de los cuadros del pintor holandés Rembrandt. Uno que capta mi fascinación es “El retorno del hijo pródigo”. Escena bíblica donde muestra el abrazo de un Padre a su hijo después de que éste último lo abandonó y disipó su vida malgastando su herencia. Lo fascinante del cuadro es que sin escribir nada vemos que una de las manos del padre representando la misericordia de Dios es la mano de una mujer. Como diciéndonos, miren: Dios es padre y madre a la vez. ¡Gran lección!

Vemos en éste abrazo misericordioso de Rembrandt representados a miles de padres y madres que aman y contienen a sus hijos, aún adultos y en los peores momentos.

Pero la realidad del mundo y de éste cachito de mundo que me toca vivir es es que no todas las madres aman, ni todos los padres están presentes. Y eso tiene consecuencia en la construcción del futuro.

Hay madres enloquecidas y padres neuróticos por historias familiares que sólo en las novelas y en los libros de drama serían creíbles.

Hay madres solteras carentes de cariño y afecto desde el nacimiento y que vuelcan en sus hijos su ira y sus heridas. Padres que huyen en sus deberes e hijos que no aman a sus propios padres porque nadie les enseñó a amar.

Estas personas carentes de amor, carentes de madre y también de padre y de ese abrazo contenedor y misericordiosos son los que llegan con profundas heridas y huellas a ocupar puestos directivos, a enseñar a tus hijos en la escuela y peor aún a gobernar un municipio, un estado o una nación entera.

Si no RESIGNIFICAMOS Y RESCATAMOS la figura y la presencia materna en nuestra vida no podremos crecer ni sanar cómo personas, pero tampoco como sociedad. Para sanar es necesario ver la sombra y el lado oscuro de nuestra historia.

Dicho lo anterior, cobra perfecto sentido la manera en cómo, desde éstas carencias se han conducido los líderes de nuestra sociedad. Recientemente y sin más razón que la víscera en la mano han buscando eliminar las instituciones democráticas, legalizar leyes anti vida, distorsionar la sexualidad en los menores, usar a los pobres como carnada electoral, destruir el sistema de salud y enaltecer el ego de unos cuantos caudillos por enunciar unas cuántas tristes realidades.

Sé que es un sueño guajiro lo que a continuación digo; pero yo pasaría como requisito indispensable pasar por exámenes psicológicos a cualquier persona que quisiera ocupar un cargo público, incluso un puesto directivo en una empresa. El requisito para ser líder ES TENER MADRE PRESENTE Y BIEN FUNCIONAL. Si no tienes madre no puedes gobernar. Sería una forma utópica de depurar la política y el liderazgo en la sociedad.

Sin madre, como diría él canta-autor José Alfredo Jiménez, la vida no vale nada.

Porque son desde el poder aquellos que no tienen madre los que le están dando en la madre a éste hermoso país y no lo podemos permitir.

En cambio, los que nos preciamos de haber tenido o tener mucha madre, no nos podemos quedar apáticos e indiferentes, somos los que deberíamos salir y dar la cara para construir para nosotros y para las futuras generaciones el mejor México posible.

Feliz día de la madre, incluso a aquellos que no tienen madre.


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Diego Cardoso Pérez
  • Diego Cardoso Pérez
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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