Increíble el argumento que sigue poniendo en el gobierno de Felipe Calderón (2006-2012) la causa de la violencia que el país sufre hoy.
Es un argumento ridículo bajo cualquier criterio.
Veamos Michoacán.
Durante el gobierno de Calderón, ahí hubo 4 mil 562 homicidios dolosos. Durante el de Peña Nieto, 7 mil 965. Durante el de López Obrador, 13 mil 405 (en Arturo Ángel, @arturoangel20, 3/11/25/).
Veamos los atentados violentos: “ataques criminales de alto perfil contra figuras políticas”.
Hubo 311 durante los gobiernos de Calderón y Peña Nieto (2006-2028) y mil 257 durante el gobierno de López Obrador (2018-2024) (Carlos Puig, MILENIO, 3 de noviembre).
La perversidad de Calderón y Peña Nieto es ostensible: dejaron una herencia de atentados políticos que no podían ser contenidos y que además se multiplican solos.
Veamos ahora los asesinatos de políticos.
Con el auxilio de AI, Adina Chelminsky (@AdinaChel) hizo la cuenta fúnebre registrada entre 2018 y 2024.
Resultaron 300 homicidios de “funcionarios electos, en funciones, ex funcionarios, candidatos/aspirantes y dirigentes partidistas”.
El 15% de los autores materiales de estos homicidios fue aprehendido. Menos del 10% fue sentenciado.
Sólo el 5% de los autores intelectuales fue aprehendido. Ninguno fue sentenciado.
Chelminski recibió un tuit por el carácter tendencioso de sus cifras, ya que no había buscado los años anteriores.
Los buscó y encontró que, entre 2010 y 2018, dos años de Calderón y seis de Peña Nieto, habían matado a 147 políticos.
De modo que: 147 políticos asesinados entre 2010 y 2018 y 300 entre 2018 y 2024.
Un tuitero enojado le dijo que faltaban datos de Calderón y le dio el publicado por Carmen Aristegui: durante el sexenio de Calderón, mataron a 31 alcaldes que no registraba Chelminski.
Entonces: 178 con Calderón y Peña y 300 con López Obrador.
Finalmente, la cuenta grande: los homicidios dolosos de cada gobierno.
Calderón, 102 mil 869; Peña Nieto, 137 mil 969; López Obrador, 188 mil 987.
Aquí también, como en los otros rubros, los muertos de Calderón al parecer se reproducen solos y explican los muertos de sus sucesores, los cuales, como se sabe, no eran sino inermes presidentes de México.
Recibieron una herencia de sangre invencible. Y no sólo invencible, sino en expansión, dada, suponemos, la vitalidad malthusiana de su origen.