El título de hoy es más una provocación que una pregunta que pueda yo responder en estas líneas. Existen muchas razones que explican el contundente triunfo de la virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum Pardo (CSP), comenzando, entre muchos otros elementos, por una buena evaluación de su gestión al frente de Ciudad de México, una campaña bien diseñada y disciplinadamente ejecutada y una oferta de continuidad y evolución sobre un proyecto que, a seis años de su implementación, claramente ha convencido a la mayoría del electorado mexicano. Hoy quisiera, sin embargo, referirme al factor economía, que, como he comentado en ocasiones anteriores, explica en buena medida resultados electorales en todo el mundo.
Hay muchos indicadores económicos que hablan bien de la actual administración. El incremento histórico en la inversión extranjera directa (IED), los máximos en inversión fija bruta, la disciplina fiscal y presupuestal y el respeto a la autonomía del banco central, son algunos ejemplos. CSP se comprometió con claridad desde el primer día de campaña no solo a mantener esta ruta, sino a profundizar e innovar en ella con propuestas que hemos comentado previamente en este espacio. Esto es positivo, sin duda, pero no creo que en sí mismo haya tenido un impacto tan importante como el que vimos el domingo pasado, cuando además de otorgarle a CSP la mayor votación de la historia, el electorado también le dio el respaldo de una supermayoría legislativa.
Los elementos económicos más importantes en ese sentido, me parece, vienen de lo que impacta directamente a la gente en sus ingresos, su poder adquisitivo y su calidad de vida. Por un lado, la política social con la que CSP se comprometió ha demostrado tener una incidencia real tanto en la vida de la gente, como en el fortalecimiento del mercado interno. Las becas Benito Juárez y los programas La Escuela es Nuestra y Sembrando Vida son, entre otras, políticas que han tenido resultados favorables y tangibles en este sentido.
Por otro lado, y desde mi punto de vista, más potente aún está una muy exitosa política laboral que ha fortalecido como nunca el poder adquisitivo de la clase trabajadora. Apenas antier el presidente de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (Conasami), Luis Munguía, publicó un hilo en Twitter (ahora X) con algunos de los más importantes logros en este sentido. En primer lugar, el aumento sostenido del salario mínimo (116 por ciento acumulado entre 2018 y hoy) no solo no tuvo efectos negativos sobre la inflación, como algunos agoreros del desastre vaticinaban, sino que incrementó en casi ciento por ciento el ingreso del 10 por ciento más pobre de la población trabajadora. Al mismo tiempo, esta política redujo en 4.9 por ciento la pobreza laboral y aumentó en 17.4 por ciento el ingreso de todos los trabajadores, no sólo los del sector formal.
En segundo lugar, las reformas de subcontratación (outsourcing), contribuyeron en gran medida a reducir la informalidad laboral en dos puntos porcentuales, pasando de 56.5 a 54.6 de la población ocupada. Esto equivale a 1.2 millones de trabajadores que hoy gozan de mejor calidad en el empleo. En tercer lugar, la implementación de un rescate pensionario y un modelo mixto de pensiones que he comentado antes aquí, llegó justo a tiempo para garantizar que 93 por ciento de los trabajadores de ley 97 que alcanzó pensión accediera a un retiro que de otro modo no hubiera alcanzado.
Tras conocerse la contundencia del respaldo a CSP, hay quienes han aventurado hipótesis bastante absurdas, tales como que hubo una elección de Estado o que la copiosa votación es resultado de programas populistas. Llama la atención que quienes esto dicen no parezcan voltear en ningún momento a ver indicadores que están tan a la vista y que tanto explican la simpatía por un proyecto y una candidata que no solo prometió, creíblemente, mantener esta política económica y laboral, sino que durante su campaña explicó cómo profundizaría en ella.
Es un desatino, por decir lo menos, creer que el electorado es ignorante o no tiene claridad de qué tipo de propuestas le convienen, máxime cuando se trata de indicadores de bienestar personal y familiar que la clase trabajadora no había vivido en mucho tiempo. Mucho se ha hablado en estos días de la burbuja en que quienes se sienten sorprendidos por la elección viven. Mi recomendación, para no engañarse por burbujas, es abrir la página del Inegi y echar un ojo a los indicadores que más importan a la gente.
Alfa positivo. Resultó positivo el mensaje que el martes envió a los mercados el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, donde, entre otras cosas, confirmó su aceptación a la oferta que la virtual presidenta electa le hizo para permanecer al frente de la secretaría, así como el compromiso de mantener el déficit fiscal en torno a 3 por ciento del PIB. Al cierre del día, los mercados contuvieron en algo sus caídas, con un tipo de cambio que se ubicó en 17.8 pesos por dólar, tras haber llegado hasta 18.15 durante la madrugada previa. El Índice de Precios y Cotizaciones de la Bolsa Mexicana de Valores cerró en 53 mil 485 puntos, después de haber bajado hasta 51 mil 405 ayer.