Como si no fuera suficiente con el conflicto internacional que suscitó para Ecuador con su decisión de invadir la Embajada de México en Quito y que cree que se arregla invitando a Andrés Manuel López Obrador a “comer un ceviche”, ahora, sin presentar ninguna prueba, Daniel Noboa asegura que el regreso de los apagones al país sudamericano es producto de “sabotajes”.
El pasado 23 de febrero la entonces ministra de Energía y Minas —ayer removida de su cargo—, Andrea Arrobo, anunció el fin de los apagones en el país que se venían produciendo desde el Gobierno del antecesor de Noboa, Guillermo Lasso. Después de convertirse en exportador de energía en el periodo presidencial de Rafael Correa, Ecuador volvió a importar energía desde Colombia, país que desde Semana Santa decidió cortar con la venta “porque tienen toda la térmica en su máxima potencia de generación”.
La desinstitucionalización del Estado que se ha venido gestando en los últimos tres gobiernos, el deseo privatizador de los servicios públicos y la falta de inversión en el sector eléctrico, ha puesto nuevamente a Ecuador a oscuras. ¡El país más inseguro de América Latina sin luz!, sin contar además con todas las pérdidas económicas y las afectaciones en los servicios de salud.
Al estilo de Noboa y sólo preocupado porque los apagones no afecten la consulta popular que impulsa y que se realizará este próximo 21 de abril, —como antesala de las elecciones presidenciales—, rápidamente y como es su costumbre salió a deslindarse de responsabilidades aduciendo mano negra y nombrando en la cartera de Energía al hasta ahora ministro de Transporte y Obras Públicas, cuya hoja de vida no registra ninguna experiencia en el sector eléctrico; otro rasgo característico de su estilo de gobernar: rodearse de inexpertos e improvisados.
La consulta popular con la que Noboa quiere allanar su camino hacia la reelección le cuesta al país 60 millones de dólares que bien podrían haber sido utilizados en evitar esta nueva crisis. De las once preguntas que le plantea a la ciudadanía, la gran mayoría relacionadas con seguridad, nueve podrían haberse canalizado vía la Asamblea Nacional, sin necesidad del despilfarro para satisfacer su ego y sus ansías de poder.
Otra de las preguntas tiene que ver con el regreso de Ecuador al Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas e Inversiones, del Banco Mundial, del que salió en 2009 al demostrarse que los fallos presentados en los tratados bilaterales de inversión TBIs, son en su mayoría a favor de las transnacionales y en contra de los Estados. Sin embargo, varias de las empresas de la familia Noboa están inscritas como empresas de carácter internacional, mismas que al regresar al CIADI podrían interponer una demanda en contra del Estado ecuatoriano.
La otra tiene que ver con la implementación del trabajo por horas, sin que exista claridad sobre el cálculo de los pagos, la cantidad de horas máximas a trabajar en esta modalidad, la seguridad social, entre otros aspectos, es decir, una carta abierta a la ya precarizada situación laboral en Ecuador.
En un gobierno bárbaro, mezquino e improvisado como el suyo, la captura de Jorge Glas en la embajada mexicana fue un golpe político y mediático idóneo para ganar dicha consulta popular e inaugurar su campaña electoral rumbo al 2025.
Amparado por la embajada estadounidense, Daniel Noboa juega con Ecuador como si fuera Monopoly. El asalto a la embajada, los apagones, serán una crisis más de un largo listado de desaciertos venideros. Un tercer presidente que a falta de agencia, inteligencia y de experiencia, responsabiliza a Rafael Correa, que vive al otro lado del mundo, del caos en que convirtieron al país que alguna vez fue el “Jaguar sudamericano”.