“Los aranceles, ya saben, están listos”, dijo Donald Trump ayer en la Casa Blanca. “Entran en vigor mañana”.
En el mismo encuentro con la prensa dijo que tenía “mucho respeto” por la presidenta Claudia Sheinbaum, que hablaría con ella, pero que ya no había margen para evitar los aranceles. Después de estas declaraciones, el índice de la bolsa S&P 500 tuvo su peor caída del año. No es que al presidente le importe mucho.
Ayer mismo en una entrevista con CBS, Warren Buffett, uno de los inversionistas más poderosos del mundo, dijo: “Con el tiempo son ataques a los productos, a los bienes”, respondiendo a una pregunta sobre su impacto inflacionario, sugiriendo que los consumidores enfrentarán precios más altos como resultado. “Quiero decir, no los paga una hada mágica”.
Trump siendo Trump, vale la pena seguir preguntándonos: ¿habrá aranceles hoy? ¿Mañana? ¿En abril? Momentos antes de esas palabras frente a la prensa, había posteado en su red social:
“A los grandes agricultores de Estados Unidos: prepárense para comenzar a hacer una gran cantidad de productos agrícolas para ser vendidos DENTRO de Estados Unidos. Los aranceles se aplicarán a los productos externos el 2 de abril. ¡Que se diviertan!”.
¿4 de marzo? ¿2 de abril?
Según el anuncio original al que se había puesto una pausa, los aranceles agregarán una tarifa de 25 por ciento a todas las exportaciones mexicanas y canadienses.
Ayer Trump insistió en que esto era por el fentanilo que entra por esas mismas fronteras. Antes ha hablado de los aranceles como una manera de presionar a esos países para que detengan el flujo de drogas y también de migrantes a Estados Unidos.
La verdad es que en las últimas semanas México ha hecho un esfuerzo no visto en decomisos de fentanilo, arrestos de traficantes, detención de migrantes, restricciones al comercio chino… Si lo dicho por Trump se cumple hoy, ¿qué hacer?
Está claro que la verdadera intención en Trump, más allá de migración y droga, está también en terminar el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica porque alguien lo convenció de que eso hará que las empresas que venden en Estados Unidos regresarán a maquilar en aquel país. Eso es lo que cree y lo que ha prometido.
Para la frágil condición de la economía mexicana en estos días, veremos si hay plan que resista, no importa la letra del abecedario con lo que se nombre.
Frente a aquel señor, la cabeza fría no parece haber sido suficiente.