Llevábamos algunas semanas en que las páginas de los medios internacionales, revistas especializadas, expertos en radio, televisión e internet, comenzaban a anunciar que por primera vez desde el inicio de la invasión rusa a Ucrania se veían signos de que Putin podría perderla.
Algunos avances de la resistencia ucraniana, el ambiente político en Moscú, el nuevo reclutamiento para los rusos que provocaba la huida de aquellos que no tienen ningún interés en estar en el ejército ruso —se calcula que más de 200 mil hombres rusos han huido del país—, eran signos que se leían como una probable derrota para Putin.
Los problemas militares rusos en la invasión habían hecho que en Moscú se comenzara a hablar de armas nucleares. Tal vez en parte por esos signos, que habían provocado en parte de los mandos militares rusos de mano dura y los más extremos seguidores de Putin críticas e indignación por lo que parecía una derrota, Vladímir Putin decidió ayer escalar el conflicto.
Por lo menos 11 ciudades ucranianas fueron atacadas ayer con misiles; entre los objetivos principales, estaciones eléctricas y obras hidráulicas, dejando a varias ciudades con cortes de energía y agua. Los ataques estallaron las ventanas de los edificios en el centro de Kiev, incendiaron vehículos y enviaron a los residentes a buscar refugio en un momento en que muchos se dirigían a la escuela o al trabajo. Es, claramente, un ataque destinado a atemorizar y dañar a la población civil. Hasta ayer en la tarde se contaban 14 muertos y alrededor de 100 heridos.
El ataque viene además días después de que Rusia declarara la anexión de cuatro regiones ucranianas que la ONU está a punto de declarar ilegales.
Putin dijo ayer que los ataques eran en respuesta a la destrucción de un importante puente en Crimea.
Ayer mismo en la noche muchas calles europeas se volvieron a llenar de ciudadanos condenando estos nuevos ataques, lo que pondrá renovada presión en los gobiernos para aumentar y acelerar la ayuda al gobierno ucraniano, en particular la defensa del espacio aéreo ucraniano que el presidente de ese país viene pidiendo hace tiempo.
La nueva escalada derrumba la idea del pronto fin de la guerra con las consecuencias humanitarias para Ucrania y la región y económicas para todo el mundo que ya se están padeciendo.
Carlos Puig
@puigcarlos