El 2 de noviembre del año pasado en la carretera La Pera-Cuautla, en el estado de Morelos, se encontró el cuerpo de la joven Ariadna Fernanda López.
La Fiscalía de Morelos hizo un primer peritaje que declaró que Ariadna había muerto por broncoaspiración por ingesta de alcohol. Unos días después se dieron a conocer videos de dónde y con quién había estado Ariadna la tarde y noche que desapareció, incluyendo un video donde uno de sus amigos saca su cuerpo del departamento y lo sube a una camioneta para llevarlo, presuntamente adonde fue encontrado.
Una nueva autopsia hecha por la Fiscalía de Ciudad de México y después avalada por la FGR contradijo a la de Morelos: había muerto a golpes. Se encontraron rastros de sangre en aquel departamento. Quien sacó el cuerpo y su novia están detenidos y bajo proceso por el feminicidio. Cosa rara en el país, pero ese caso se resolvió rápido, los presuntos culpables fueron arrestados y están en proceso.
¿Bien, no? Pues no.
Porque en una justicia teñida por lo político, la Fiscalía de Ciudad de México se volcó contra el fiscal de Morelos, detenido en su casa en estos días.
Algunas primeras lecciones que aplican más allá de Morelos.
La autonomía transexenal. ¿Cuántos fiscales están o han estado peleados o en abierta guerra con sus fiscalías? El aparato de justicia —es un decir— es una herramienta política en México, eso imposibilita todo. El fiscal de Morelos, Uriel Carmona, trae bronca con el gobernador Cuauhtémoc Blanco, pero no con la administración anterior. Morelos es un estado infestado de delincuencia desde antes, pero más desde que llegó el gobernador y… ese fiscal. Nada que salvar ahí. ¿Se imaginan a Gertz de fiscal sin una Presidencia de Morena?
¿Fiscal o fiscalías? Obsesionados con los puestos ponemos la mira en los fiscales y no en los aparatos que dirigen. Burocráticos, ineficientes, corruptos, sin recursos suficientes. Cientos, miles de funcionarios que llevan lustros actuando como actúan porque es como saben, pueden, les conviene; y nada se ha hecho para cambiar estructuralmente.
El amor por la cárcel. Creo que hasta Ernestina Godoy diría que Uriel Carmona no mató a Ariadna, pero nada es tan redituable políticamente en el México de hoy que meter a alguien a prisión, espectáculo mediante, así que ándale, al reclusorio un rato.
El amor por los militares. El operativo para arrestar a Carmona fue todo un show que incluyó marinos. Ah, caray, no sabía que Morelos tenía mar o frontera.