Política

Universidad y cultura del 'burnout'

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  • Universidad y cultura del 'burnout'
  • Carlos Iván Moreno Arellano

Hace algunos años, el MIT se sacudió por una tragedia: un estudiante de posgrado, Han Nguyen, se quitó la vida tras meses de presión y exigencia. En su carta de despedida confesaba no soportar “vivir en la mediocridad”. El caso se volvió símbolo de una cultura universitaria que confunde excelencia con autodestrucción: Harvard, Stanford y otras instituciones de élite, como el ITAM en México, han enfrentado crisis similares. La pregunta es inevitable: ¿debe ser el burnout -colapso emocional- parte de la cultura académica contemporánea?

Byung-Chul Han, recién galardonado con el Premio Princesa de Asturias, lo advierte en su “sociedad del cansancio”. En ella, el control ya no es externo, sino que cada individuo se convierte en su propio vigilante, empujándose a la autoexplotación en nombre del rendimiento.

La universidad no ha escapado a esa lógica del capitalismo tardío, donde la aparente libertad produce fatiga, ansiedad y depresión, porque el individuo siente que nunca alcanza el ideal de éxito. Ese espacio que alguna vez significó pausa, conversación y pensamiento por momentos es una máquina de productividad. Nuestros estudiantes aprenden que lo importante no es comprender, sino acreditar; con cada vez menos tiempo para leer por gusto, reflexionar o, simplemente, contemplar.

En México, según la encuesta ENBIARE-INEGI, antes de la pandemia la ansiedad era mayor entre jóvenes que no asistían a la escuela; hoy pasa lo contrario. La escuela, que antes era refugio, se ha vuelto fuente de angustia. El burnout académico se ha normalizado; se disfraza de rigor y rendimiento.

Vivimos una paradoja: buscamos progreso e innovación, pero formamos jóvenes que llegan exhaustos a sus veinte años, cuyo amor por el saber se erosiona bajo la lógica del rendimiento sin fin. No estoy en contra de la cultura del esfuerzo, el aprendizaje exige disciplina, pero la hiperactividad sin propósito se convierte en violencia silenciosa.

Necesitamos colocar nuevamente el bienestar en el centro del aprendizaje: recuperar el derecho a la pausa, a la duda, al ocio creativo. El gran objetivo de la educación no debería ser rendir más, sino vivir mejor. Antes que producir excelencia sin descanso, la universidad debe enseñarnos algo más importante: existir con serenidad. 


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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