A finales del 2018, y bajo el clima xenófobo promovido por Donald Trump, el Fiscal General de los Estados Unidos, Jeff Sessions, anunciaba la entrada en vigor del polémico programa Iniciativa China, diseñado para proteger los secretos industriales de “espías académicos” y “piratas cibernéticos”. Una de las políticas más agresivas de contraespionaje, con fuertes repercusiones en las universidades de EE.UU.
Según la fiscalía, el costo anual para la economía norteamericana por el espionaje industrial rondaba los 400 mil millones de dólares, de ellos, al menos 320 mil millones perdidos a manos de espías chinos (https://rb.gy/c8m7ab).
Es lugar común afirmar que para el gobierno chino, de antes y de ahora, el robo de conocimientos tecnológicos es prácticamente una política de Estado, y una muy efectiva de acuerdo con los datos. Se estima que 8% del PIB chino es generado por actividades ilegales como el espionaje industrial y la piratería (https://rb.gy/c8m7ab).
Después de un alud de críticas, la mayor parte desde la comunidad académica y científica, en febrero pasado quedó sin efecto la Iniciativa China por órdenes del presidente Joe Biden. ¿Cuáles fueron los resultados? La mayor parte de los juicios fueron desestimados y solo una cuarta parte de los acusados han sido condenados; un desastre legal, económico y social. Según una investigación del MIT Technology Review, esta Iniciativa terminó siendo una “campaña racista de acoso y derribo contra científicos de origen asiático cuyos juicios suelen desestimarse, a pesar del daño sobre las víctimas y el lastre a la atracción de talento del país” (https://cutt.ly/kFbWUIQ).
Desde su inicio este programa fue cuestionado por representar una política xenófoba que convirtió de facto a todas y todos los estudiantes, profesores y científicos chinos en potenciales espías; delincuentes a menos que demuestren lo contrario. Como afirma el MIT, la Iniciativa estuvo distorsionada de origen: en lugar de centrarse en el espionaje económico y la seguridad nacional, se convirtió en un “paraguas general para los casos con cualquier conexión con China, ya involucren a hackers patrocinados por el estado, a contrabandistas o, cada vez más, a investigadores académicos acusados de no revelar todos sus vínculos con China”.
Con resultados pírricos, la Iniciativa China fue un tiro en el pie para el sistema científico y tecnológico norteamericano: más de 1,000 científicos adscritos a centros de investigación y universidades se fueron del país y la matrícula de estudiantes chinos se redujo 16 por ciento (64 mil estudiantes menos).
Lección 1: la supremacía científica norteamericana no puede prevalecer negando los principios que la hicieron posible: la libre circulación de talento y la libertad académica.
Lección 2 (aplica también a México): no se puede aspirar al avance científico y tecnológico atacando a los académicos e investigadores, sean de la nacionalidad que sean o tengan la visión de país que tengan.
Carlos Iván Moreno Arellano