Política

Crisis universitaria en Estados Unidos

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  • Carlos Iván Moreno Arellano

El arribo de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos marca un giro radical en múltiples ámbitos de la vida pública. En particular, representa una sacudida para las universidades.

Su polémico discurso de investidura culminó con la firma de varias órdenes ejecutivas, entre las que figuran el fin del apoyo a los programas de diversidad, inclusión y equidad (DEI, por sus siglas en inglés), la “restauración” de la libertad de expresión y del mérito como único criterio de ascenso social. Y también, el mandato de que solo existan dos géneros: masculino y femenino. Simplificar la realidad, por decreto, es característica de los populismos.

Hay alarma en la academia, pero también se abre un necesario debate sobre el rumbo de las universidades estadounidenses, atrapadas en un dilema ideológico y financiero. Si bien son emblemas de innovación y excelencia, las casas de estudio también enfrentan serios cuestionamientos por gran parte de la población, que las percibe cada vez más desconectadas de la realidad del “pueblo” estadounidense.

La “igualdad de oportunidades” ha sido más un ideal retórico que una realidad tangible, particularmente en las universidades de élite, donde obtener un título universitario puede superar los 500 mil dólares (10 millones de pesos). Ello ha perpetuado un sistema de endeudamiento masivo y consolidado una aristocracia académica. En En Estados Unidos, la superpotencia global, solo 46% de los adultos en edad laboral posee un título universitario.

En este contexto, las críticas del trumpismo han encontrado eco, señalando problemas reales, pero con soluciones parciales, falaces o contraproducentes. Por ejemplo, ante la afirmación -más política que científica- de que solo existen dos géneros, las universidades enfrentan el reto de preservar un entorno inclusivo para la comunidad LGBTQ+, mientras navegan un entorno hostil que podría traducirse en recortes presupuestales.

La universidad norteamericana enfrenta una encrucijada histórica: reformarse profundamente o resignarse a ser un espacio para pocos privilegiados, más inmersa en batallas culturales e identitarias que en promover la movilidad social de los estudiantes. Desde México, tenemos mucho que aprender de los aciertos y errores del sistema educativo del vecino del norte.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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