Un día estas en la cima, los fotógrafos se desviven por tener una captura tuya, una foto que pueda ser motivo de estar en primera plana de cualquier “revista del corazón”. Solo que la Ley de Newton es para todos, y el tiempo en lo más alto es relativo, más se tarda en llegar que en lo que desciende a velocidad asombrosa. Nos referimos a las estrellas que deslumbran las pantallas, ya sea de televisión, de las series o el cine, aquellas que podemos ver promocionando una crema para uso corporal o “actuando” en una telenovela, representando a la pobre “cenicienta” o la malvada “bruja del cuento”, todo un mundo de fama, poder y, lo más importante para este medio, dinero.
Pero, para aquellos que descubren que la farándula llega a ser momentánea, y recurren a un viejo truco, un negocio, la inversión de su capital es la mejor manera de no perderlo rápidamente. Y en caso de éxito los beneficios incrementan de manera considerable. Siguiendo la lógica de que “todos comemos” la mejor opción es invertir en un restaurante, aunque por más que lo pensamos no logramos llegar a la comparación de sonreír para la foto y preparar una lasaña, ejemplo tal vez burdo. Al final del caso la idea es agrupar a la gente adecuada para planificar y solo llegar a cortar el listón.
Pero ¿qué repercusión tiene en la gastronomía? Como primer punto está el hecho de que en la mayoría de los casos no se tiene una noción de la palabra “gastronomía”, por lo que el concepto está sujeto al capricho del inversionista. En segundo punto, la falta de interés por la calidad ocasiona que el producto ofrecido se “desgaste” públicamente, y al final del día se tenga un mal concepto de este. Donde, para colmo de males, se contrata a una mínima plantilla de cocineros y meseros, que son complementados con estudiantes de gastronomía, a quienes se les paga liberando un servicio social o prácticas profesionales. Para terminar en un restaurante gris que sólo sirva como punto de reunión y no de disfrute.
Cada año abren y cierran establecimientos de esta índole, desde taquerías, torterías, restaurantes de comida exótica, internacional, etcétera. Pasando por las de tipo “gourmet”, que sólo cuentan con el nombre, ya que los platillos son los mismos que en otros establecimientos. Esto sin mencionar aquellos que incursionaron en el desarrollo de productos naturistas, proteínas en polvo o hasta los llamados productos milagros, quienes, a pesar de estar prohibidos por las leyes mexicanas, continúan su producción y desarrollo por medio de recovecos legales. Considerando este negocio como un seguro de vida no se tiene la noción del daño ocasionado a la verdadera cocina, a aquella gente que con una idea en mente busca triunfar en este medio que, si no es de reflectores ni primeras planas, sí es de estar en la boca del comensal