La 48 edición de la feria municipal del libro de Guadalajara que transcurre con más pena que gloria por estos días, se muestra como una evidencia más del poco interés de las actuales autoridades municipales por la difusión de la cultura y en este caso por la promoción del libro y la lectura.
Esta edición ha sido “trasquilada” esto es que se han hecho recortes “sin orden y sin arte”; Disminuida a causa de la ausencia de gran parte de las librerías y editoras locales, el programa literario fue dejado en manos de bachilleres, llamados eufemísticamente como “jóvenes escritores” , con la excepción de dos autores “generosamente” conseguidos por la Feria Internacional del libro.
Contrario a lo que piensan algunos funcionarios municipales encargados de la “Construcción de Comunidad” y la difusión de la cultura, el público de Guadalajara sí se interesa en la lectura, en mejores ediciones de esta feria, he sido testigo de cómo amas de casa, jubilados, estudiantes, trabajadores, y muchos otros empleados buscan libros que tienen que ver con la historia regional y de la historia de su ciudad, que solo pueden encontrarse en los corredores del palacio municipal.
Ese afán de “limpieza” que caracteriza al actual Ayuntamiento llegó también la feria del libro más antigua del país y contraviniendo derechos constitucionales como son los de acceso a la cultura y la libertad de expresión, escudados en un comité de selección ha dejado fuera a muchos escritores, editores y libreros que por años habían estado en su programación. De manera que este supuesto gobierno de ciudadanos ha resultado más excluyente que anteriores administraciones incluso que pueden ser consideradas de signo más conservador como serían las administraciones de filiación panista.
En esta “limpieza” en la que expertos generosamente compensados decidieron que podíamos leer los tapatíos, solo quedaron con espacios 8 librerías, 3 editoriales nacionales y una decena de editoriales de instituciones educativas, casualmente no hubo nada de la producción editorial de la Universidad de Guadalajara; las editoriales independientes solo consiguieron espacio, una ligada con los encargos oficiales y “Literalia” , esta última, según expresó Patricia Medina su principal promotora, fue incluida porque fue a reclamar su espacio el día del reparto; la calle Independencia luce desierta. Se dirá que es responsabilidad de la sección de libreros de la Cámara de Comercio la selección, no obstante hay que recordarles a las autoridades que precisamente son ellos los responsables de corregir esas anomalías cuando se trata del uso de espacios públicos.
¿Por qué se recorta la Feria Municipal del libro? , sucede que el actual Alcalde cree que la única idea de difusión cultural valida, viable y eficaz para la segunda ciudad del país es la promovida por la Universidad de Guadalajara, que no precisamente se distingue por contribuir a la libertad de creación y expresión; con excepción del Museo de las Artes, la Universidad pública de Jalisco, empeña sus esfuerzos y recursos de difusión cultural facilitando sus espacios como caja de resonancia de espectáculos sin contenido, convirtiéndose en un socio importante del monopolio televisivo y su cultura chatarra; basta con ver las carteleras de sus principales auditorios que van desde la arrolladora Banda norteña del momento al cantante pop que suena en las radios comerciales.
De manera que resulta preocupante que el actual Alcalde declare que se trabaja con las autoridades Universitarias para tener un programa de difusión cultural permanente en la ciudad; más preocupante aún es que la debutante Dirección de construcción de comunidad aparezca, por desconocimiento o dolo, en destructora de una comunidad de editoriales, lectores y libreros.