Desde su fundación, el Museo Regional de Guadalajara (MRG), contó con la simpatía de los pintores mexicanos más importantes de su época, es por ello que David Alfaro Siqueiros, Dr. Atl, Roberto Montenegro y Diego Rivera donaron obras de su autoría.
Las imágenes de Diego Rivera (1886-1957) forman parte del ficcionario mexicano, es el “pintor nacional”, sus pinturas Vendedora de Alcatraces y Modesta é Inesita, están en las salas de muchos hogares mexicanos junto a la imagen Guadalupana, o presidiendo un salón de belleza o una fonda “tex mex”.
Rivera estuvo varías veces en Guadalajara, durante la década de los años veintes. En 1923 asistió a la toma de posesión de José Guadalupe Zuno, junto con Fermín Revueltas, Ignacio Asunsolo y otros pintores y escritores, el por entonces estudiante de Arte, Jean Charlot, nos habla una anécdota para “curar” la colección del museo.
“Inflamados por la gratitud, resolvimos reunir nuestros conocimientos artísticos y limpiar el local de las cosas que no alcanzasen nuestro exigente criterio. Revueltas [Fermín] fue especialmente enérgico, siendo el primero en eliminar los objetos que ofendían su buen gusto. Los escombros se amontonaron”.
Como compensación a estos daños Charlot donó tres dibujos y Diego Rivera entregó para la colección siete dibujos y tres pinturas, entre estas últimas el retrato de un pintor, pieza que pertenece a su periodo cubista.
Diego María Rivera vivió en París entre 1911 y 1917, en el número 26 de la rue du Départ. Para 1912 ya estaba identificado como un pintor cubista y con ese carácter fue invitado a participar en los salones de otoño realizados en 1912 y 1913 según consigna Olivier Debroise en su libro Diego de Montparnasse.
El retrato cubista del pintor ruso Alexander Zimoviev con quien Rivera llevaba amistad fue realizado en 1913, un año en el que Rivera sentía mucha atracción por el estudio del movimiento que planteaban los futuristas. En esta obra hay un análisis constante del espacio, yuxtaposición de planos, movimiento de los objetos y del espacio. El pintor con paleta y pincel en mano se nos presenta con un aspecto intelectual por su traje y moño así como los redondos anteojos, Diego entra así al cubismo analítico no descompone del todo la figura sólo la hace tridimensional; al fondo se observan bastidores de cuadros uno de ellos firmado Diego M. R N° 2. “el predominio de los tonos ocres y la delimitación las figuras en negro, otorgan un toque de austeridad al cuadro a la manera de Picasso y Braque”. Por el reverso pintó el retrato de un militar probablemente inspirado en el comisario Zamaron, aficionado a la pintura con quien Diego llevaba amistad. En este retrato se observa la influencia que le habían causado los cuadros de Cézane; hay un estudio del color integrado a la forma como volumen, su trazo es austero casi geométrico.
El retrato cubista actualmente se exhibe en una confusa exposición denominada El Museo de Ayer, en donde se muestra la “nueva museografía” del Museo regional de Guadalajara, producto de un proyecto realizado en la capital del país con un total desconocimiento de la historia del museo y sus colecciones; museografía realizada por personal ajeno al Museo, que además de presentar un discurso incoherente, (cualquier tienda de antigüedades tiene más noción del acomodo de objetos) atiborrado de cédulas, pone en peligro el patrimonio artístico, el caso más lamentable es el retrato de Santa Teresa, cuyo marco barroco colocado a corta distancia del piso, nos habla del poco conocimiento que del arte y el patrimonio tiene de quien autorizo “esta nueva museografía”.