Gilbert Keith Chesterton fue un escritor, filósofo y periodista británico, católico, de inicios del siglo XX. Cultivó, entre otros géneros, el ensayo, la narración, la biografía, la lírica, el periodismo y el libro de viajes. Fue conocido como “el apóstol del sentido común” porque defendía las verdades sencillas que sostienen a una sociedad: la razón práctica, la justicia, la comunidad y la responsabilidad ciudadana. Su crítica a los discursos ideológicos excesivos resulta especialmente relevante en el México actual, en el inicio de la presidencia de Claudia Sheinbaum.
La nueva mandataria llega al poder con un país profundamente polarizado, heredando un proyecto político cargado de símbolos, lealtades y confrontaciones. En este contexto, la reflexión de Chesterton cobra fuerza: cuando la política se llena de retórica ideológica y se aleja de las soluciones concretas, se pierde de vista el sentido común que debería guiar la acción pública. Problemas como la inseguridad, la crisis energética, el sistema de salud o la educación requieren respuestas prácticas, no solo discursos.
Chesterton defendía la idea de que las sociedades fuertes se construyen desde lo local y lo cotidiano: familias, comunidades organizadas y ciudadanos conscientes. Esto representa un reto para Sheinbaum, cuyo gobierno deberá demostrar que puede trascender el estilo confrontativo heredado y escuchar a la ciudadanía más allá de los sectores afines. Gobernar con sentido común implicaría fortalecer instituciones, garantizar libertades, reducir la violencia y gobernar para todos, no solo para una parte del país.
Además, Chesterton advertía contra el poder excesivo del Estado o de un solo grupo político. Su mensaje invita a mantener un equilibrio entre gobierno y sociedad, evitando caer en personalismos o en la idea de que una sola visión tiene todas las respuestas. En este sentido, la presidencia de Sheinbaum podría ser una oportunidad para que México recupere el diálogo, la racionalidad y la construcción colectiva.
En suma, el pensamiento de Chesterton ofrece una lección clara: los grandes proyectos nacionales no se sostienen con discursos grandilocuentes, sino con sentido común aplicado a los problemas reales. Si la presidenta logra escuchar esa voz sencilla pero poderosa, podría transformar la confrontación en gobernabilidad y la esperanza en resultados.