Ya se acercan las fiestas navideñas que nos invitan a programar los recursos para cubrir los gastos que de esta época festiva se derivan.
Entre regalos y comidas los gastos se incrementan, pero en nuestro maravilloso y biodiverso país encontramos muchas alternativas para obsequiar y disfrutar en las reuniones, como son los tradicionales dulces mexicanos, que trascienden su grato sabor para ser la representación tanto de una herencia culinaria, como de las costumbres familiares y de la historia de muchas generaciones
Desde la época prehispánica se consumían golosinas elaboradas con miel de maguey, frutas, amaranto, cacao, incluso se consumía la hormiga mielera.
Los dulces y la manera de hacerlos cambiaron mucho al introducirse después de la conquista el azúcar de caña, en este proceso tuvo mucha participación la creatividad de las monjas de los conventos virreinales que experimentaban recetas elaborando dulces para las clases pudientes que luego se popularizaron en fiestas religiosas convirtiéndose en un símbolo de la identidad de México.
Los dulces mexicanos también cuentan su historia, como el camote de Puebla, que se dice nació en el convento de Santa Clara de la mano de una novicia creativa conservándose todavía la receta original.
La diversidad de frutas que en México existen dieron paso a distintas presentaciones del “ate”, popular dulce que su nombre proviene del náhuatl “atl” que significa agua, se elaboraba desde la época prehispánica utilizando frutas locales endulzadas con miel. También se asocia a una versión semejante que los árabes producían y que fue introducida por los españoles. Considerando el interés que este dulce despierta, los productores protegieron la técnica de elaboración del ate de Morelia ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Intelectual, en el 2014.
Otro dulce muy mexicano y ahora prohibido por estar sobreexplotado, es el acitrón que se prepara con la pulpa de la cactácea conocida como biznaga gigante, la que alcanza su vida adulta en 50 años siendo capaz de contener hasta 2 mil litros de agua en su interior.
La diversidad de dulces mexicanos puede ser una opción para adornar una canasta navideña con pepitorias, glorias, mazapanes, merengues, cocadas, alegrías, dulces de tamarindo, palanquetas, muéganos, fruta cristalizada, etc.
Son un hermoso regalo con un mensaje del glorioso pasado culinario que nos enorgullece.