México es un territorio extenso y con una maravillosa diversidad cultural, basta decir que en el área del lenguaje está conformado por 11 familias lingüísticas, 68 agrupaciones y 364 variantes.
Asimismo, tenemos una diversidad gastronómica envidiable, si tan solo nos dedicáramos a enumerar los tipos de mole, podríamos decir que existen: el mole poblano, el oaxaqueño, el coloradito, el almendrado, el de novia, el acalparrado, el rojo, el rosa, el de tamarindo y el de xico, por enunciar algunos cuantos.
Así como tenemos una gran variedad de moles, los sistemas electorales de cada entidad federativa presentan variantes que resultan interesantes y dignas de estudiar.
Señala Dieter Nohlen que el contexto hace la diferencia, y en el caso mexicano los diferentes contextos han ocasionado que los diputados de las legislaturas locales echen a andar su imaginación y presenten variables del sistema electoral federal.
En el ámbito federal, tenemos una cámara de diputados integrada por 300 diputados electos por mayoría relativa y 200 por representación proporcional, la proporción es en 60% por un principio y 40% por otro.
Rompiendo con esta fórmula tradicional, en la Ciudad de México, la Asamblea Constituyente decidió que de los 66 diputados, 33 serán electos por mayoría y 33 por representación proporcional, lo cual implica una proporción de 50% por un principio y 50% por el otro.
El estado que más se había atrevido a romper con la proporción de 60-40, había sido Jalisco, quien tiene 39 diputados, de los cuales 20 son electos por mayoría y 19 por representación proporcional.
Las diferencias las encontramos, también, en las variantes que existen en la asignación de diputados por el principio de representación proporcional.
En Puebla, por ejemplo, el lugar número uno de la lista de diputados de representación proporcional se reserva al mejor perdedor de todo el estado, es decir, aquel candidato que obtuvo un mayor porcentaje de votación pero que no logró obtener el triunfo en su distrito.
Otros estados han optado por utilizar la famosa lista “B” o listas intercaladas, en donde las listas para la asignación de diputados de representación proporcional no son cerradas y bloqueadas en su totalidad.
Utilizan el sistema de listas intercaladas los estados de Aguascalientes, Baja California, Chihuahua, la Ciudad de México, Jalisco, el Estado de México, Nayarit y Yucatán, los cuales cuentan en sus sistemas de representación proporcional con métodos de asignación de diputados en los que se utilizan dos listas; una previamente registrada por los partidos políticos, y la otra que se forma con los mejores porcentajes de votación de los candidatos que perdieron en distritos uninominales, en comparación con los candidatos de su mismo partido político.
En Baja California Sur y Nuevo León rompieron con el esquema de listas cerradas y bloquedas, y los diputados de representación proporcional se asignan a través de una lista única que se integra por los mejores porcentajes de votación de los candidatos que perdieron por la vía de mayoría, en comparación con los candidatos de sus mismos partidos políticos.
En Oaxaca y Nayarit la lista cerrada y bloqueada es opcional, ya que los diputados de representación proporcional se asignan a través de una sola lista. Los partidos políticos deciden si registran una lista previo a los comicios electorales o si la lista se integra por los mejores porcentajes de votación de sus candidatos, que contendieron en distritos uninominales y que no obtuvieron el triunfo.
En Chiapas, el estado se divide en cuatro circunscripciones, a diferencia de la mayoría de entidades, en donde se utiliza una circunscripción única para distribuir a los diputados.
Los ejemplos anteriores nos muestran que, así como tenemos una gran variedad de moles, también tenemos variaciones en los sistemas electorales mexicanos, que a pesar de utilizar un método de cociente presentan características propias construidas a partir de contextos que marcan la diferencia.
@AristidesRodri