Cuando una ley, normativa o decreto no tiene "dientes", es decir, consecuencias, no sirve para maldita la cosa.
En algunos estados del país existen prototipos de estatutos para la protección animal, pero insisto, si no hay castigos visibles, ni autoridad que los aplique, vamos a estar condenados a ignorarlos y a continuar con estas prácticas que se antojan, además de políticamente incorrectas, arcaicas, pero sobretodo inhumanas.
En Coahuila hay una ley vigente que protege a los animales de la crueldad promovida hace ya varios años por el líder moral del Partido Verde Ecologista de México en Coahuila, José Refugio Sandoval, sin embargo, no existe una real aplicación de la misma debido a una problemática multifactorial:
Recursos económicos, capacitación y especialización de personal, tipificación del delito y la aplicación de condenas visibles.
Ocurrió aquí en Torreón, en un solo día, dos incidentes de crueldad animal: El primero se generó en la colonia Jacarandas cuando un caballo desplomó en medio de un cuadro severo de deshidratación y cansancio por las temperaturas que rondaban los 40 centígrados.
El dueño del caballo visiblemente molesto, trató de levantarlo, pero este simplemente no pudo más y permaneció ahí, por fortuna los teléfonos inteligentes hicieron lo suyo y pudieron captar la escena.
Pero le voy a narrar "la joya de la corona", horas más tarde en la colonia Zaragoza Sur de este mismo municipio, un caballo que jalaba un carromato fue golpeado por un hombre enfurecido con un grueso madero porque el animal, de pronto no pudo andar más con la carga.
Las escenas simplemente dolieron.
Una vecina del sector tuvo el valor de enfrentar al animal y no me refiero al caballo, la mujer increpó
al sujeto que golpeó el lomo del equino, que por desgracia no puede defenderse, ni puede acudir ante ninguna corte, no puede interponer una denuncia, todo debe ser atestiguado y las acciones emprendidas por los ciudadanos que en muchas de las ocasiones son atacados por los enfurecidos inconscientes.
Urge que en nuestro país, existan leyes para la protección animal, pero de la real, una que tenga no solamente "dientes", sino "colmillos" para evitar que estos actos sigan repitiéndose.