HBO acaba de estrenar Run, una de esas series que no se anuncian demasiado, pero que tienen todo para triunfar, para trascender en la pantalla.
Estamos hablando de un texto de la escritora de Killing Eve, que se une a un material de la productora de Fleabag, así como de una joya de la directora de The Handmaid’s Tale.
Con actores de éxitos como Star Wars, de Historia de un matrimonio, de Mad Men, de Orange Is The New Black y de The Good Wife. ¿Así o más claro que esto va en serio?
No, pero espérese. No le he dicho nada. Run es algo así como Los puentes de Madison, pero está dirigido para una nueva generación.
Es la historia de amor más maravillosa que pudo haber aparecido en el contexto de la televisión mundial.
¿Por qué? Porque es completamente diferente, aspiracional, liberadora.
Y justo cuando todo parece indicar que a sus responsables les va a ganar el romanticismo, ¡zaz!, aparece un chiste, un arrebato de humor, una prueba de que el verdadero amor no se tiene que sufrir. Se tiene que gozar. Se tiene que vivir.
No le voy a vender trama para no arruinarle la experiencia, pero Huye (así le pusieron a Run en español) es justo lo que muchas mujeres y lo que muchos hombres quisieran hacer, especialmente en estos momentos en que la humanidad entera está encerrada.
Es un grito de libertad, corregir al mundo, cambiar el pasado. Es justo lo que nadie esperaba que fueran a estrenar.
Y es tan cortita. ¿Me creería si le dijera que esto va a durar escasos ocho capítulos de media hora y que usted lo puede ver semana a semana en HBO o en la plataforma HBO Go?
Como en los mejores tiempos de Sex and the City, pero ahora con un tema de pareja y un estilo muy especial.
Run no es una superproducción como Game of Thrones o una crítica al sistema como Breaking Bad.
Es “televisión de cámara”: pocos, pero muy buenos actores en escenas muy íntimas, haciendo lo que normalmente no se hace en una serie de Estados Unidos.
Perdón si no le doy ejemplos, si no le doy detalles, pero es que sí me gustaría que viera completo el capítulo uno para que viviera la experiencia, para que se fuera sorprendiendo conforme se van dando las situaciones.
Le juro que se va a sorprender lo mismo con detalles muy simples, como el uso de los mensajes de texto de los teléfonos celulares, que con asuntos mucho más profundos como las cuestiones de género.
En Run las mujeres están más que empoderadas y los hombres se atreven a llorar.
Es un caso muy interesante para la historia de la televisión porque confirma que sí se pueden hacer grandes series, igual de impactantes que las de antes, pero con nuestros nuevos modelos sociales.
Run es exactamente lo que uno esperaría de un canal premium en la actualidad.
Ya no se trata de hacer lo que se hizo en los tiempos de Oz, de The Sopranos o de True Blood porque eso ya dejó de ser premium. Eso ahora se hace en todas partes.
De lo que se trata hoy es de construir los equivalentes en el contexto de la televisión de 2020, de retar los convencionalismos, de generar cosas que nadie más genera en el espectador.
¿Pero sabe qué es lo más bonito de Run? Que es impredecible. Sí hay que verla toda para descubrir en qué va a acabar.
Luche por ver ya esta joyita en HBO o en HBO Go. Le va a encantar. De veras que sí.
alvaro.cueva@milenio.com