Espectáculos

El Ariel 2025

Hablemos de lo que miles de personas gozamos y padecimos la noche del sábado pasado tanto en televisión abierta (El Veintidós) como en televisión de paga (TNT) y plataformas (HBO MAX): El Ariel.

ANTECEDENTES

El Ariel es el gran premio del cine mexicano. Lo entrega la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas.

El cine mexicano, que es uno de los más importantes del mundo, es el reflejo de este gran país, de lo que somos, de lo que nos preocupa, de lo que nos ocupa.

Muchas personas o esperan galas como las de Hollywood o un espíritu como el que existía en los tiempos de María Félix y Pedro Infante.

No. Nuestra comunidad cinematográfica es diferente. Tiene inquietudes sociales muy claras, propuestas artísticas muy evidentes.

Y más que estar formada por gente rica ansiosa por exhibir sus joyas, está integrada por guerreras y guerreros que luchan contra instancias inimaginables para poder concretar sus proyectos, por mujeres y por hombres que se ayudan, que se echan la mano, que se celebran.

Por tanto, la felicidad que sienten los nominados al Ariel no se compara con nada.

Aquí no hay “ardores”, “injusticias” ni se dice todo lo que se dice al final de otras ceremonias como que la chica joven le robó la estatuilla a la señora madura o como que la academia se “sometió” al espíritu conservador de cierto gobierno.

Gane quien gane, aquí todos festejan. Y se vale ir en fachas. Y se vale ser provocador. Y se vale que no llegue el homenajeado.

El Ariel no es una gala. Es la culminación de una lucha. Es el momento en que una comunidad muy específica, muy golpeada y muy sensible se dice a sí misma: ¡Valió la pena!

Ver esto, en televisión, no es como ver el Oscar, el Goya o el BAFTA. Es una suerte de “reality show” donde las audiencias se meten a la intimidad de una familia.

Por eso a nadie le preocupa el tema de la elegancia. Lo que importa es lo que importa: la inclusión, el respeto, la denuncia, el reconocimiento y ese momento de gloria en donde actrices, actores, escritoras, escritores, directoras, directores y todas y todos los demás pueden ser ellas mismas, ellos mismos, y relajarse, y gozarse.

LOS PREMIOS

La ceremonia que vimos el 20 de septiembre fue particularmente importante.

Primero, porque catapultó a Puerto Vallarta como no se veía desde 1964 con “La noche de la iguana”.

Segundo, porque tuvo la última oleada de las películas que se hicieron durante la administración de Andrés Manuel López Obrador.

Fue el final de un ciclo, de una era. ¡Y qué ciclo! ¡Y qué era!

Y tercero, porque la diversidad, calidad y cantidad de películas que fueron nominadas fue alucinante.

Aprecie, por favor, la valentía. Aprecie, por favor, los mensajes. Esto es México. Éste es nuestro cine. ¡Gracias! ¡Felicidades!

Independientemente de algunos discursos memorables, yo quisiera destacar lo que dijo Armando Casas (el presidente de la academia), el Ariel de Oro para Patricia Reyes Spíndola y Jacqueline Andere, y el In Memoriam.

Las palabras de Armando fueron sabias, urgentes, necesarias. Que alguien las imprima y se las lleve a nuestro poder legislativo, por favor.

Ver a Patricia y a Jacqueline fue hermoso, justo, brillante, muy conmovedor.

Y vaya desde aquí una ovación para las y los responsables del In Memoriam. Fue un poema. ¡Bravo!

LA TRANSMISIÓN

Si yo fuera el gobernador de Jalisco estaría organizando ya, ya, pero ya, una junta muy ruda con el director de Jalisco TV porque la transmisión del Ariel fue una auténtica porquería, una vergüenza estatal.

No me cabe en la cabeza que una televisora pública con la experiencia de lo que alguna vez fue C-7 nos haya ofrecido algo tan malo, tan mediocre, con tantos errores tan básicos.

Ellos fueron los responsables de la traducción de aquello a televisión. No la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas. No El Veintidós. No TNT. No HBO MAX.

Karla Souza hizo el ridículo de su vida conduciendo aquello, leyendo unos chistes asquerosos, peleándose con los micrófonos como niña en festival de kínder.

Puerto Vallarta no lució. Punto. Si me hubieran dicho que aquello se hizo en el auditorio de una secundaria chilanga sin recursos, hubiera creído que se hizo en el auditorio de una secundaria chilanga sin recursos.

¿Para qué ir tan lejos para no ver nada? ¿Para qué usar ese magnífico Centro de Convenciones y no sacarle provecho?

La iluminación era una catástrofe. Siento pena por la gente que estuvo ahí.

Todo lo que tuvo que ver con audio, desde la colocación de los micrófonos hasta el trabajo de consola, fue trágico, lamentable, indigno.

La dirección de cámaras no existió. Ver aquello fue un calvario. No había manera, ya no se diga de disfrutarlo, de entenderlo.

La odié tanto como esa grosería de darle 20 segundos a cada uno de los ganadores para dar sus discursos.

La falta de respeto no está en los 20 segundos. Hay maneras creativas para solucionar eso.

El insulto estuvo en que a ellos les dieron sólo 20 segundos cuando la producción perdió muchos, muchísimos minutos enteros en tiempos muertos, en errores de coordinación.

Se nota que no ensayaron, que no corrieron la ceremonia antes con todas y con todos. ¡Así no se puede!

El musical de “Amores perros” lo hicieron con las patas. Si usted no sabía, por ejemplo, quién era Ely Guerra, jamás se enteró de que salió Ely Guerra.

¿Súpers? (Así les decimos en televisión a los “letreritos” con los nombres de la gente?) ¡Para qué!

Tengo la impresión de que la niña o el niño de los “súpers” no sabía ni quién era María Rojo y que, por lo mismo, no ponía lo que tenía que poner.

No y no le he dicho nada. La persona que metía las narraciones grabadas no rebuznó porque no se sabía la tonada.

Allá va mi pobre Jacqueline Andere a punto de matarse en aquella escalinata alta y oscura. ¿Y qué dijo la narración? “¡Chantal Andere!”

La mona o el mono ése, repitió la narración grabada que acababa de poner segundos antes. ¡Pues en dónde tenía la cabeza! ¡Qué estaba haciendo! No le quitaron su celular, ¿o qué?

Si esta gente estuviera en una escuela de comunicación y fuera mi alumna yo no sólo la reprobaba, la expulsaba. Hay cosas que no se deben permitir por la más elemental dignidad humana.

Se supone que son profesionales de la televisión. ¿No se dan cuenta de que su desconocimiento de las herramientas fundamentales de una transmisión en vivo mancha algo tan sagrado como el cine mexicano?

¿No se dan cuenta de que su incompetencia pone en riesgo la imagen del Ariel, la imagen de Jalisco y la imagen de México entero?

Esto es delicadísimo y no se puede repetir. En 2026 la academia va a cumplir 80 años, tendremos el primer Ariel con puras películas de la administración de Claudia Sheinbaum.

Será un evento mucho muy especial. ¿Lo van a volver a hacer así? ¿Con la gente amontonada? ¿Dejando los micrófonos abiertos para que las audiencias escuchen el caos tras bambalinas?

Para la próxima, por favor, si no saben, subcontraten a alguien que sí sepa. ¿O usted qué opina?

¡Que viva el cine mexicano! ¡Que viva el Ariel! ¡Que viva Puerto Vallarta! ¡Que viva Jalisco! ¡Pero que mueran los que no saben hacer su trabajo! De veras que sí.


Google news logo
Síguenos en
Álvaro Cueva
  • Álvaro Cueva
  • alvaromilenio5@gmail.com
  • Es el crítico de televisión más respetado de México. Habita en el multiverso de la comunicación donde escribe, conduce, entrevista, da clases y conferencias desde 1987. publica de lunes a viernes su columna El pozo de los deseos reprimidos.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.