Es tan buena, grande y hermosa “El último rey, el hijo del pueblo” que en su presentación nadie se acordó ni de Netflix, ni de las polémicas con la familia de Vicente Fernández ni del cambio de horario.
Esta producción de Juan Osorio, inspirada en el extraordinario libro de Olga Wornat, consiguió lo que hace años nadie conseguía en la industria de la televisión mexicana: meterse en el corazón de las audiencias.
No es la bioserie de Vicente Fernández, es volver a ver vivo a Vicente Fernández, volver a gozar con su talento.
Esto es más que un homenaje, es un acto de amor que ayuda al público del siglo XXI a entender a “Chente” el ser humano, el hombre que triunfó, pero que también sufrió.
Como usted sabe, a mí me enloquece esta propuesta porque representa un antes y un después, el inicio de los contenidos de TelevisaUnivision, la primera emisión en su tipo capaz de conquistar lo mismo lo más a las audiencias de la televisión tradicional que a las de las plataformas digitales.
“El último rey, el hijo del pueblo” es un orgullo de TelevisaUnivison, sí, pero también es un orgullo de México porque catapulta nuestra cultura popular, rescata a muchas de nuestras más amadas estrellas y crea un retrato, como jamás se había visto, de nuestros más íntimos valores.
Imposible ver esta serie y no encontrar inspiración en la lucha de Vicente Fernández por salir adelante.
Imposible ver este concepto y no sentirse motivado por el profundo amor que doña Cuquita como mujer, como esposa y como madre de familia siempre sintió por su marido y por sus hijos.
Esto es lo que nunca imaginamos que fuera, un pretexto para unirnos como país y como región. Es un ejercicio cinematográfico exquisito plagado de talentos en todas sus áreas.
¿Por dónde quiere que comience a elogiar? ¿Por los escritores, por los directores, por los coordinadores o por los técnicos? ¿Por los editores, por los musicalizadores, por los maquillistas o por los actores?
Es que, en serio, esto es para escribir un libro, para producir otra serie sólo con los “detrás de cámaras”, para ir más allá de lo que siempre se va cuando se habla de televisión mexicana.
¿Cuál es la nota? Que hoy, a las 21:30, por Las Estrellas, se va a estrenar la segunda temporada de esta obra maestra y sería un pecado perderse semejante acontecimiento.
Si usted hubiera podido, ¿se hubiera perdido el estreno de “Nosotros los pobres”? ¿Hubiera dejado de ver a Cantinflas inaugurando el Teatro de los Insurgentes? ¿Se hubiera perdido a Verónica Castro entrevistando a María Félix en “La movida”?
No, ¿verdad? Entonces entienda la magnitud de lo que va a pasar hoy porque dentro de algunos años así como hoy hablamos de muchos momentos que marcaron la historia de la televisión nacional, alguien hablará de “El último rey, el hijo del pueblo”.
A alguien se le llenará la mirada de emoción recordando a Juan Osorio, alguien suspirará acordándose de Pablo Montero, alguien volverá a ser feliz retomando a Iliana Fox y alguien sentirá un orgullo inmenso al revivir las escenas de Angélica Aragón. ¿Quiere que le siga?
No, mejor luche por ver el inicio de lo nuevo de “El último rey, el hijo del pueblo” hoy a las 21:30 en Las Estrellas. Le va a gustar. De veras que sí.
Álvaro Cueva
alvaro.cueva@milenio.com