No nos hagamos tontas, no nos hagamos tontos. Mañana comienza el maratón Guadalupe-Reyes y muchas cosas dejarán de importar.
Le suplico, con toda la humildad de la que puedo ser capaz, que por nada del mundo se vaya a perder, a partir de este domingo 14 de diciembre, en Universal+, “La guerra de los reinos”.
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¿Qué es “La guerra de los reinos”? Mis muy queridas amigas y amigos de Universal+ la tienen etiquetada como “War of the Kingdoms” como si fuera una serie de Inglaterra o de Estados Unidos.
¡No! Esto es “Die Nibelungen- Kampf der Königreiche”, uno de los más grandes acontecimientos de la televisión alemana de los últimos años.
¿Se acuerda usted de lo que pasó cuando Netflix estrenó “Pedro Páramo”? ¿Se acuerda de lo que sucedió cuando esa misma compañía lanzo la miniserie italiana “Il Gattopardo”?
“Die Nibelungen” es para los alemanes lo que “Pedro Páramo” para nosotros, lo que “Il Gattopardo” para los italianos pero mil veces más relevante.
¿Por qué? Porque “Pedro Páramo” y “Il Gattopardo” son obras maestras de nuestras letras pero “Die Nibelungen” es, dicho con mucho respeto, como “La Biblia”. Es un mito fundacional.
En español “Die Nibelungen” tiene muchos nombres. El más común es “El cantar de los nibelungos”, un texto escrito más o menos en el año 1200 que hace referencia a acontecimientos que supuestamente sucedieron entre el año 400 y el año 600.
Si usted pensaba que la historia de nuestra Resistencia Indígena (antes Conquista de México) era una cosa compleja, contradictoria y urgida de una revisión histórica era porque no se había dado cuenta de lo que estaba pasando aquí.
“Los Nibelungos” genera toda clase de discusiones y, por lo mismo, tiene un montón de versiones tanto en libro como en cine, ópera, teatro, series, comics y videojuegos.
Al mundo le encantan estas historias. Amamos a estos personajes.
En 1924 Fritz Lang hizo una versión cinematográfica considerada como una obra maestra tanto de la cinematografía como del expresionismo alemán.
El año pasado, en 2024, en una suerte de festejo del primer centenario de ese acontecimiento, Cyrill Boss y Philpp Stennert escribieron y dirigieron una nueva versión cinematográfica particularmente moderna, espectacular y exitosa.
“La guerra de los reinos” es algo así como una adaptación, extendida a miniserie de seis episodios, de esa joya.
¿Cuáles son las notas? Primero, que aquí está el origen de todo lo que la humanidad ha venerado en las últimas décadas: “Star Wars”, “Lord of the Rings”, “Game of Thrones”, “The Witcher”.
Segundo, que es impresionante la vigencia de esta prodigiosa obra de arte incluso desde la perspectiva de género. Me parece admirable lo que, desde siempre, ha pasado en “Der Nibelungen”.
Y tercero, el traslado a lo que el público del siglo XXI está acostumbrado a ver es prodigioso. No hay manera de que las audiencias internacionales veamos eso y de que no conectemos.
Ver “La guerra de los reinos”, a pesar de su peculiar nombre en español, es como ver “Batman”, como ver “Wonder Woman”, como ver “Mad Max”.
Y es que, le recuerdo, “Los nibelungos” es historia, pero también es mitología, pero también es fantasía.
Perdón a mis amigos intelectuales si les arruino su bonito empoderamiento pero esto siempre ha estado más cerca de las historietas y de los superhéroes que de la densidad académica.
Me parece hermoso que hoy, cuando todo el mundo está jugando a inventar el hilo negro, Alemania venga y nos invite a volver al origen, a “El cantar de los nibelungos” que, como es la madre de todas las series, hará que el público experimente una nostalgia que difícilmente experimentaría con cualquier otra historia, con cualquier historia original.
Ni caso tiene que le hable del reparto o de los valores de producción. Esto está bien, es un derroche y se merece el mayor de los éxitos.
Luche con todas sus fuerzas por ver, a partir del domingo 14 de diciembre, “La guerra de los reinos” en Universal+. Le va a gustar. De veras que sí.