La educación indígena en nuestro país ha sido motivo de diversas políticas públicas, enmarcadas en lo social, lo educativo y lo cultural. Esta cuestión se advierte con mayor puntualidad desde la época posrevolucionaria en la tercera década del siglo XX donde se establece un proyecto educativo dirigido a la población vulnerable de las zonas rurales y marginadas de México, campesinos como punto central. Este proyecto planteaba la incorporación de los grupos indígenas a la sociedad nacional para lo cual era indispensable conseguir la unificación de todos los mexicanos bajo una sola lengua, tradición y cultura con el supuesto de que esto también, permitiría a las comunidades indias salir de su condición de atraso y alcanzar su desarrollo (UPN, 1990).
Más adelante, durante el régimen cardenista (1934 -1940) se aprecia un cambio importante con la política de integración seguida al plantear el respeto a la cultura y lengua de los pueblos indios, y contribuir así a enriquecer la cultura nacional. La creación del Sistema Nacional de Promotores Culturales Bilingües (1964) bajo la Dirección del Instituto Nacional Indigenista (INI), marca el inicio de la futura educación bilingüe-bicultural. EI proyecto educativo de esta época le da continuidad al anterior, mediante la incorporación al servicio de maestros y promotores hablantes de lenguas indígenas y español y además, originarios de las comunidades en donde desarrollarían su trabajo. La mayoría de los promotores que se incorporan tenían la escolaridad de primaria. (UPN, 1990)
Este tipo de políticas se ha acompañado de programas institucionales para la formación de docentes que laboran en el medio indígena como lo ha sido el Instituto Federal de Capacitación del Magisterio conocido más tarde como la Dirección General de Capacitación y Mejoramiento Profesional del Magisterio, la Universidad Pedagógica Nacional y las Escuelas Normales. En estos programas se advierte una evolución que va de preparar a los docentes únicamente con capacitaciones enfocadas a la atención de los alumnos con el sentido de generar un bilingüismo coordinado hasta la reflexión, análisis y transformación de la práctica docente.
José Joaquín Flores Félix (2007) reconoce que en la educación indígena se pueden distinguir cuatro concepciones formuladas a lo largo de su historia: a) La perspectiva de la asimilación (racial). Desde esta perspectiva, la condición de rezago de la población indígena era consecuencia de su constitución racial inferior, de acuerdo con el darwinismo social imperante a fines del siglo xix. b) La perspectiva de la incorporación (cultural). De acuerdo con este paradigma, la condición de los indígenas se atribuía al carácter poco desarrollado o “civilizado” de las culturas y lenguas indias, donde el papel de la escuela era el de ser un agente castellanizador, en el sentido de agente “civilizador” o de hispanización lingüística y cultural. c) La perspectiva de la integración (socioeconómica). Según esta concepción, el atraso de las sociedades indígenas deriva de la marginación social y económica de las poblaciones indias mediante un proceso de cambio cultural dirigido. En esta perspectiva se afianza con mayor claridad el carácter transicional como puente de las lenguas y culturas indígenas hacia el español y la denominada cultura nacional. d) La perspectiva de la pluralidad, del etnodesarrollo o del indigenismo de participación. La condición de pobreza y subordinación de los pueblos indios es consecuencia del colonialismo interno mediante el cual han sido integrados a la nación. De esta manera se reconoce la potencialidad, el derecho y la necesidad de un desarrollo a partir de las matrices culturales propias. En este contexto, la educación debería contribuir al mantenimiento y desarrollo de las lenguas y culturas indias a la par del español y la cultura nacional. La política pública en educación, expresada en el proyecto de Nueva Escuela Mexicana, propone una forma de pensar diferente la relación con el otro, con los otros. Esta intencionalidad parece empatarse con lo planteado en la última perspectiva, donde la esencia es el respeto a la diversidad, la interculturalidad y la apropiación de las culturas y con ello, visibilizar la diversidad lingüística, social y cultural de nuestro país.
Alfonso Torres Hernández
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