Política

Nada cambiará

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Contra lo que algunos creen, yo pienso que los resultados de las elecciones de ayer no modificarán sustancialmente las posturas de los bandos políticos en nuestro país. La alianza opositora mantendrá sin cambios su alineación hasta que Alito diga o haga otra cosa —la oposición no quiere perder los votos del PRI en el Congreso— y el PAN conservará su preeminencia en la definición de la candidatura presidencial. Por su parte, el presidente López Obrador continuará radicalizando su discurso, atizando la polarización y haciendo proselitismo para Morena desde las mañaneras, mientras dos de sus corcholatas estirarán al máximo sus respectivas cuerdas en su intento de atraer hacia sí el dedo encuestador y la otra zanjará su encrucijada de disciplina o rebeldía; las encuestas, por lo demás, se adelantarán tal y como estaba previsto.

AMLO está volcado en su sucesión, cuyos hilos controla por completo: narrativa, agenda de campaña y movilización preelectoral. Su involucramiento en el proceso seguirá siendo el mismo. Ha anunciado que le dará permiso a la corcholatería de correrse un poco al centro en la forma, nunca en el fondo, y ha sembrado de minas los tramos de retorno y de vueltas a la derecha. Y eso no acabará con su Presidencia. Aun si la sugerente hipótesis de Jorge Zepeda Patterson se validara —la de que AMLO se mete mucho ahora porque no se meterá después— me parece impensable que el futuro ex presidente se quedara al margen de la política. Supongamos que le entregara la banda a Sheinbaum y que ella, pese a carecer de capital político propio, se viera financieramente obligada a revertir algunos de los puntos nodales de la 4T; ¿permanecería él cruzado de brazos en su finca chiapaneca o transmitiría a sus seguidores la exhortación a revocarle el mandato? Es pregunta retórica.

Si lo sucediera uno de los suyos, quien fuera, se daría en esa persona la sempiterna lucha entre lealtad y avidez de mando, y no sería AMLO el primero en sentirse traicionado porque su delfín se empeñó en asumir el poder a cabalidad. Traicionado, no desilusionado: un hombre que conoce bien las pulsiones del poderoso se hace ilusiones. Precisamente por eso, porque diga lo que diga desconfía tanto del lado noble de la condición humana como del triunfo de Morena en los comicios de 2024, AMLO ha constitucionalizado sus programas y militarizado sus obras. Y seguramente esa desconfianza influyó en su decisión de impulsar el mecanismo de la revocación de mandato: en su momento —tras desvirtuarlo— le dio el premio de la ratificación, y pronto le entregará la posibilidad del castigo a un(a) sucesor(a) insurrecto(a).

Me temo, pues, que las elecciones de ayer no alterarán mucho las cosas. La alianza PAN-PRI-PRD seguirá igual y AMLO continuará apretando el acelerador de su monster truck para apachurrar a los vochos opositores. No digo, por cierto, que no puedan surgir nuevos escenarios; digo que si emergen no será por Edomex y Coahuila sino por otras razones. Si vemos que la oposición se yergue por encima de los intereses cortoplacistas de sus cúpulas y se abre a la sociedad será porque la presión social se hace sentir. Y si vemos que AMLO deja de meter las manos en el proceso electoral y actúa como jefe de Estado será porque… pues porque estamos soñando y no hemos despertado. 

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Agustín Basave
  • Agustín Basave
  • Mexicano regio. Escritor, politólogo. Profesor de la @UDEM. Fanático del futbol (@Rayados) y del box (émulos de JC Chávez). / Escribe todos los lunes su columna El cajón del filoneísmo.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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