El presidente López Obrador dista muchísimo de ser un internacionalista. ¿Por qué entonces decidió redactar sin apoyo de la Cancillería el comunicado que alude a la resolución del Parlamento Europeo sobre la protección a periodistas mexicanos? Solo encuentro una respuesta: por mucha soberbia y un poco de maña electoral y distractora.
La globalización trajo las luces del liberalismo político y las sombras del neoliberalismo económico. La venturosa universalización de los derechos humanos fue ensombrecida por la implantación de una democracia hemipléjica que solo admitía el laissez faire y amputaba así la mitad izquierdista del espectro ideológico, con todo y la socialdemocracia. Pero AMLO no lo ve así. Desde el ensimismamiento de su peculiar cosmovisión cree que el derechohumanismo es, junto con el feminismo y el ecologismo, un artilugio conservador, y no entiende que reponer la página izquierda del menú democrático presupone un fino tejido bilateral y multilateral que incluye el respaldo a los nuevos derechos.
Nada puedo agregar a las críticas que se han vertido contra el lenguaje del comunicado de marras, que en términos diplomáticos es un adefesio. Pero sobre su fondo, que es peor que su forma, tengo mucho que decir. Acusar a los parlamentarios de Europa de complicidad en un plan golpista contra la 4T ronda la megalomanía. AMLO no quiere gobernar en tierra de conquista y se viste de conquistador: ve con desdén a la política europea, que entre 1945 y 1975 forjó las sociedades más libres y justas de la historia, y sermonea a un continente menos corrupto y más democrático que el nuestro, Estados Unidos incluido.
Cuando la arrogancia trueca en narcisismo y paranoia comienzan los delirios de grandeza y de persecución: soy superior a todos, luego todos me persiguen. Ahí se da una desconexión de la realidad. Cuidado. En México, argüir complot es soslayar tres hechos: 1) la espiral de violencia inició hace 15 años, sí, pero este gobierno ha sido incapaz de cumplir su obligación de detenerla; 2) la criminalidad ha afectado al periodismo; 3) ningún presidente debe despotricar contra los periodistas, y menos en tiempos violentos.
AMLO parece haber creado su metaverso: el mundo gira alrededor de su avatar y cualquier cuestionamiento es un ataque en su contra. Dedicó dos mañaneras a exaltar su trayectoria como luchador social en reacción al dolor de reporteros que abordaron el asesinato de Lourdes Maldonado, en vez de aprovecharlas para solidarizarse con las víctimas y anunciar nuevas medidas de seguridad. Su egocentrismo desplaza cada día más a su maña política.
No, Europa no relegó el drama ucraniano en aras de una conjura planetaria para derrocar a AMLO. Los puntos de acuerdo de su Parlamento suelen ser irritantes, como lo fueron para el PRI los de Aguas Blancas o Ayotzinapa, o pueden servir a la agenda de la derecha, como alega Morena, pero este se aprobó con más de 600 votos porque se enmarca en el consenso global de la defensa de los derechos humanos. Si estos derechos están por encima de la soberanía nacional, y si la ignorancia del derecho internacional no exime de su cumplimiento, bien puede afirmarse que no fue la resolución europea sino la respuesta cuatroteísta lo que le faltó al respeto a México.
Agustín Basave Benítez
@abasave