Espectáculos

Francia eligió a Macron, pero produjo "Valerian"

  • Bambi vs. Godzilla
  • Francia eligió a Macron, pero produjo "Valerian"
  • Maximiliano Torres

La competencia por el título de la peor película del año nunca había sido tan reñida. Michael Bay, quien generalmente tiene pase automático a esta terna, estrenó la quinta Transformers; The emoji movie marcó su territorio con siete por ciento de aprobación en Rotten tomatoes, y desde Francia, la patria del cine, los presidentes progresistas, pero no de los blockbusters, llega Valerian, de Luc Besson, que ya fue postulada como favorita al Razzie (la antítesis del Oscar) por los críticos norteamericanos que la padecieron en primicia. Debo reconocer que no es mala en el mismo sentido que sus rivales, pero algo hay de trágico en el despilfarro de sus 177 millones de dólares que no me permite dejarla pasar como una película regular más.

En preparación para Valerian, uno debe recordar el final de Lucy, la anterior cinta de Besson en la que Scarlett Johansson interpreta a una mujer capaz de manipular la materia y la energía, luego de que una peligrosa droga entra en su sangre. No es que sean películas conectadas en argumento. Me refiero a recordar lo imperdonablemente malo que fue ese final y estar preparados para lo que será Valerian.

Basada en uno de los cómics más vendidos en Francia y Bélgica, esta aventura sci fi se centra en Valerian (Dane DeHaan), un policía espacial que junto a su novia y también policía Laureline (Cara Delevingne) son enviados por el ministro de Defensa de la Tierra (Clive Owen) a Alpha, la ciudad ideal en la que cohabitan pacíficamente seres de todo el universo. Allí, una fuerza desconocida amenaza la paz, y el deber de esta dupla será descubrir quién o qué está detrás de este peligro. Después de plantearnos esta información básica y genérica, la trama se vuelve hiperactiva: brinca de situación en situación, de planeta en planeta, perdiendo el enfoque y olvidando detallar qué relación hay entre el viaje del héroe, las motivaciones del villano y, sobre todo, quién gana un comino en ese plan maquiavélico que hay que impedir. El segundo acto es un amasijo de escenas de relleno, incluyendo la de la siempre bienvenida Rihanna, quien merecía una mejor intervención.

Luc Besson pone su universo en hombros de dos protagonistas irremediables, juntos y por separado. Dane DeHaan transmite tan poco que habría que tomarle los signos vitales, y si se trata de ver a Cara Delevingne caminando altiva con cara inmutable en medio de una producción fastuosa, mejor veámosla en las pasarelas que Karl Lagerfeld hace para Chanel.

En la cinta más cara en la historia del cine francés, el dinero no estuvo al servicio del guión. Las ideas con potencial, que no son pocas y se asoman en varias escenas, Besson las concluye apresuradamente para llevarnos a la siguiente viñeta en la que algo excéntrico e irrelevante nos distraerá del conflicto central de la película.

El tono es igualmente una calamidad. No hay tensión, ni peligro, ni humor, ni romance, ni suspenso. Esto tiene que ver, en parte, con su disparatada banda sonora en la que todo el tiempo hay violines frenéticos y ni la infalible “Space oddity”, de David Bowie, puede darle gracia a esta tediosa y convulsionada ópera espacial.

twitter.com/amaxnopoder

Google news logo
Síguenos en
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.