Giorgio Armani, el diseñador italiano que convirtió la elegancia discreta en un imperio de la moda valorado en miles de millones de dólares, falleció a los 91 años, según confirmó su casa de moda.
Conocido por su estilo impecable y su influencia global, Armani dejó una huella imborrable en la industria.
Pero antes de convertirse en el “Re Giorgio” de la moda, su apariencia y su visión juvenil marcaron el inicio de una trayectoria única.

Así se veía de joven Giorgio Armani: rostro y estilo que definieron una era
Desde temprana edad, Giorgio Armani destacó por su presencia. Con ojos azules, un bronceado permanente y un cabello que comenzaba a teñirse de plateado, su imagen personal ya reflejaba una elegancia natural.
En su juventud, combinaba prendas sencillas como jeans y camisetas, que se convirtieron en su sello distintivo, y adoptaba un estilo de vida minimalista, evidente incluso en la decoración de sus hogares.
Esta apariencia juvenil no era solo estética: Armani personificaba la filosofía de su moda, basada en la elegancia práctica y sin artificios. Él mismo era el ejemplo de su concepto: un hombre con presencia, gusto refinado y un enfoque relajado pero impecable.
Nacido el 11 de julio de 1934 en Piacenza, un pequeño pueblo al sur de Milán, Armani soñaba inicialmente con convertirse en médico.
Sin embargo, un trabajo a tiempo parcial como decorador de escaparates en una tienda departamental de Milán le abrió los ojos al mundo de la moda. Esta experiencia marcó el punto de partida de una carrera que transformaría la industria del prêt-à-porter.
En 1975, junto a su socio Sergio Galeotti, vendió su Volkswagen por 10 mil dólares para fundar su propia marca de ropa masculina lista para llevar. Al año siguiente, la línea femenina se unió a la propuesta, consolidando la visión de un estilo italiano práctico y sofisticado.

La chaqueta sin forro: símbolo del estilo Armani
El verdadero sello de Armani surgió con la chaqueta deportiva sin forro, lanzada a finales de la década de 1970. Combinada con una simple camiseta prenda que él llamaba “el alfa y omega del alfabeto de la moda”, la chaqueta representaba una silueta relajada, elegante y moderna. Su estilo rompió con la rigidez de la moda tradicional y conquistó desde Hollywood hasta Wall Street.
Para las mujeres, su introducción del traje de pantalón en entornos ejecutivos fue casi revolucionaria. Apodado “traje de poder”, con chaquetas de hombreras y pantalones de corte masculino, se convirtió en un emblema de la mujer profesional en los años 80.
Armani y Hollywood: el joven diseñador conquista la pantalla
El vínculo de Armani con Hollywood comenzó en 1980 con la película American Gigolo, protagonizada por Richard Gere. Los trajes del diseñador catapultaron a Gere como un nuevo ícono de estilo y consagraron a Armani en la industria cinematográfica. Desde entonces, Armani vistió a actores en más de 200 películas y se convirtió en una referencia obligada en la alfombra roja de los Oscar.
Su enfoque no solo transformó cómo se vestían los ricos y famosos, sino también cómo la moda se percibía como una extensión del carácter y la presencia personal.
Más allá de la moda: un imperio global
Con el tiempo, Armani no solo se dedicó a la ropa. Su imperio abarcó perfumes, cosméticos, muebles, chocolates, flores y más, convirtiéndose en uno de los 200 multimillonarios más ricos del mundo. Además, fue propietario de restaurantes, bares, clubes y hasta un equipo de baloncesto, EA7 Emporio Armani Milán.
Armani permaneció fiel a su filosofía: diseñar para personas reales, con elegancia, funcionalidad y un toque personal que reflejara su propio estilo, desde los primeros días en que era un joven diseñador con ideas revolucionarias hasta convertirse en un icono mundial.
El propio Giorgio Armani fue la base de su estilo. Su juventud, marcada por un aspecto cuidado pero natural, un enfoque minimalista y la pasión por la moda práctica, sentó las bases de un legado que transformó la industria.
A través de sus trajes, chaquetas, vestidos y accesorios, Armani enseñó que la elegancia no está en lo ostentoso, sino en la atención al detalle, la calidad y la coherencia con la propia personalidad.
