A cuatro décadas del sismo del 19 de septiembre de 1985, el pueblo de Michoacán recordó cómo fueron aquellos dos minutos donde la tierra se sacudió y marcó para siempre la vida no solo de esta región donde desemboca el río Balsas, sino de gran parte del país.
Sobre el Pacífico Mexicano se encuentra el municipio de Lázaro Cárdenas, donde hace 40 años, en la profundidad del mar, un temblor tuvo su epicentro con magnitud de 8.1, de acuerdo con el Servicio Sismológico Nacional (SSN).
Aquel día, recuerda Carlos Casillas Bedolla, cronista de la ciudad, se esperaba el arribo del entonces presidente de México, Miguel de la Madrid Hurtado para poner en marcha una empresa paraestatal dedicada a la elaboración de piezas de acero que, finalmente, para 1996 pasó al sector privado.
"Me encontraba yo y otros compañeros, en lo que era el aeropuerto local, precisamente esperando la llegada del entonces presidente de la república, Miguel de la Madrid, quien venía a esta zona industrial a inaugurar una empresa del estado que en su oportunidad se llamó NKS, y que estaba considerada por el trabajo a realizar, como una de las joyas de la corona de la parte industrial de Lázaro Cárdenas", comparte.
En aquellos años, Lázaro Cárdenas, antes bautizada con el nombre de Melchor Ocampo y que en sus inicios formó parte de los dominios de Arteaga como tenencia, experimentaba un desarrollo industrial que busca mantenerse a la par con el social, lo cual no sucedió.

Eran las 07:19 horas, recuerda el también periodista de más de cuatro décadas de experiencia. El movimiento telúrico se registró “del que por desgracia tenemos la suerte de que se haya generado por aquí cerca de donde estamos”, dice.
Las afectaciones se registraron tanto en el naciente recinto portuario, como en la cabecera municipal y tenencias como Playa Azul. A diferencia de la Ciudad de México, aquí solo se reportaron cinco personas sin vida, una de ellas, un turista norteamericano. Otras dos, fueron por un choque durante el sismo y “algunos más por asuntos cardiacos”.
"Fertinal, Fetimex en ese momento, es una de las empresas que se encuentran en una isla de delta del Balsas y que, por su cercanía con el mar, tuvo problemas de suelo que disminuyó 15 centímetros. Las vías del tren que daban precisamente a esa parte que cruzan cerca del mar, también sufrieron daños. El hotel Costa Brava, el hotel Playa Azul, que una de sus salas se recargó con otra y fue precisamente ahí donde falleció un norteamericano, el hotel María Teresa de Playa Azul que, desde ese entonces a la fecha, no ha vuelto a funcionar", enlista.

También, el Palacio Municipal sufrió severas afectaciones, mientras que establecimientos como el cine Olimpia, quedaron en ruinas. Por el contrario, las viviendas, que para aquellos años no eran de altura, no registraron daños mayores.
“El riesgo que se podría percibir era en la infraestructura industrial, en la cuestión portuaria. Y por supuesto, la cancelación de la esperada inauguración de estas empresas en la Isla del Cayacal”, precisa.
A 40 años, don Carlos reconoce que no se ha aprendido mucho de aquel momento, siendo una prueba cómo se llegan a manejar, incluso en tono de burla, estas fechas. Lo destacable de aquella ocasión fue que la misma sociedad se organizó para levantar los escombros, recuperar los cuerpos y atender a los heridos.
En ese mismo tenor, los paramédicos jugaron un papel fundamental. Francisco Rivera Cruz es periodista originario de Lázaro Cárdenas, pero en aquellos años formaba parte del voluntariado de la Cruz Roja. Por azares del destino, regresó unos días antes al puerto tras un curso radiofónico en Jalisco, cuyas instalaciones se cayeron.
"Acompañé a algunos compañeros de Cruz Roja. Fuimos a algunos sitios, anduvimos levantando algunos reportes, dando algunas asistencias. Fuimos a llevar a algunos respaldos y esto ya me empezó a situar en la real dimensión de que aquí habíamos sido epicentro, ciertamente, pero la repercusión mayor la había tenido la Ciudad de México", recuerda.

Aquel día, el también promotor cultural y locutor de radio, no se encontraba en la cabecera municipal y la replica del día siguiente lo agarró en la tenencia de Las Guacamayas. Derivado de experiencias anteriores y al asumir la idea de que se radica en una zona altamente sísmica, lo llegó a tomar hasta con cierta normalidad.
“Un sismo que yo sentí, como algunos otros, debo decir; a lo mejor no con los pies bien puestos sobre la tierra porque ya habíamos vivido algunos eventos sísmicos en la zona. Yo crecí de niño sabiendo de sismos aquí y no me causó mayor movimiento mental el que fuera de esa dimensión”, admite.
Al igual que su colega, Francisco reconoce que “no aprendimos” y salvo aquellos que vivieron la experiencia empezaron a tomar con mayor seriedad este tipo de fenómenos naturales y se inició con la instrucción y aplicación de protocolos. Bajo ese mismo contexto, don Carlos comenta que las autoridades actuaron bien al asentar las bases de lo que hoy conocemos como el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred).

“La solidaridad de los habitantes del país es tan grande que le ganaron las espaldas del gobierno de todas, todas, en cuanto a la organización de búsqueda y rescate los lesionados y fallecidos, principalmente, insisto, en la metrópoli de la Ciudad de México, y hubo necesidad de que el propio gobierno federal organizara a partir de entonces lo que es ahora el Cenapred", agrega.
Próximos a un aniversario más, el pueblo de Lázaro Cárdenas ha continuado con su camino en medio de los vestigios de aquel fenómeno. Los hoteles y edificios abandonados han visto el surgimiento de otros nuevos, pero en el fondo, siguen vigentes los recuerdos de cuando estaban en plenitud.
"Los demás proyectos, de plano, desaparecieron como tales para nuestra ciudad, aunque algunos estén por ahí en el sitio", remata por último Francisco.
rdr