En el enorme desierto que cubre a los estados de Sonora y Arizona tanto en México como en Estados Unidos, existen comunidades y reservas de la etnia Tohono O’odham también conocidos como Pápagos; históricamente son personas con enorme resistencia que han conquistado territorios áridos e inhóspitos.
María García, vive en una reserva ubicada en Tucson, Arizona, y este fin de semana viajó a Puerto Peñasco, para encabezar la Ceremonia de la Sal, en la que cientos de corredores de todo el mundo participan en la Gran Carrera del Desierto, un evento que se desarrolla en la Ruta de la Sal, trayecto considerado como sagrado para la etnia originaria.
“Ceremonia del alma, es medicina, medicina tradicional, sanadora para la carrera de la sal desde Arizona hasta el océano, el mar.”
La ceremonia comienza con cánticos, inciensos y exclamaciones a la naturaleza, para buscar que una fuerza espiritual proteja a los atletas que participan en carreras de 10, 25, 50 y 75 kilómetros.
Para los Tohono O’odham esa carrera es sumamente representativa, pues les recuerda las caminatas que emprendieron sus antepasados desde Arizona hasta Sonora, en busca de alimento, agua y respuestas del más allá.
“Ha sido una carrera que ha continuado durante miles de años. La cual fue revivida desde 1895 hasta 2011.”
Quienes participan en la Ruta de la Sal, recorren montaña, desierto, dunas, marismas y playa, lo que muchos consideran que ayuda a generar una conexión espiritual entre el corredor y la naturaleza; en su cosmovisión, cada paso y zancada purifica la tierra.
“Este fue uno de nuestros senderos de la sal hace años. Básicamente están limpiando la tierra. Y cuando ponen sus cuerpos ahí fuera, nuestro creador ve la bondad en ellos, la salud en ellos.”
Según María, la sal es un elemento esencial para el ser humano, pues explica que sin la sal suficiente una persona no puede concluir la carrera, además, cada gota de sudor deja minerales en el trayecto que se combinan con el ecosistema.
“Es nuestra madre, y entonces, cuando su madre los ve sufrir, ella los llevará adelante, estarán bien. Y así, cuando ellos sudan, cuando sienten dolor, el padre cielo y la madre tierra cuidan de todos ellos.”
Este fin de semana se llevó a cabo la cuarta edición de la Carrera del Desierto, un evento en el que sus participantes conciben una experiencia espiritual.
Quien puede dar testimonio sobre lo que se vive en ese evento es Francisco García, un joven de 29 años, originario de León Guanajuato, que dedicó su carrera a su mamá, una ex corredora que falleció hace 10 años y que compartía con sus hijos la pasión por el running.
“Mi mamá era media maratonista, entonces ella nunca pudo hacer un maratón, hizo tres medios maratones, uno para cada hijo, nunca pudo hacer un maratón y de ahí me nació la idea y dedicárselo”, dijo el joven.
Esta ocasión logró recorrer 50 kilómetros, bajo un intenso sol y con la complicación natural del terreno.
“Se lo dediqué a mi mamá y a mi hermano, mi hermano era boxeador, falleció, este mes se cumplen 10 años y siete años de que falleció mi mamá”, continuó.
Otro caso fue el propio ganador absoluto, Eder, un deportista del Estado de México, que disfrutó cada kilómetro recorrido.
“Apreciar y valorar la oportunidad de estar aquí, porque en el interior no tenemos esto y cada que venimos es muy bonito”.
Corredores de la etnia Rarámuri, atletas de más de 20 estados y 11 nacionalidades estuvieron representadas este fin de semana.
Todos ellos tuvieron como anfitriones a la etnia Tohono O’odhamm, quienes compartieron sobre la importancia de la ruta de la sal para su cosmovisión, pues aún es utilizada para obtener el mineral de manera directa y tras concluirla, los jóvenes son reconocidos como adultos.
La mayoría de losTohono O’odhamm viven en Estados Unidos, sin embargo en Sonora viven al rededor de 600 integrantes de dicha etnia, en comunidades rurales asentadas en el desierto de Altar.
rdr